Richard Tarnas: Astrólogo. Profesor de filosofía y psicología en California. Formado en Harvard y doctorado en el Instituto Saybrook
Hay una íntima conexión entre las cosas de los hombres y los planetas
Los planetas estaban alineados de la misma manera el día en que Jimi Hendrix arrasó ante las multitudes con su forma heterodoxa de tocar la guitarra y el día en que Viena se rindió a los pies de Beethoven por la hondura de sus conciertos de piano.
Lo explica Richard Tarnas, profesor de filosofía y psicología en California, formado en Harvard y doctorado en el Instituto Saybrook. Seguramente, un tipo poco habitual en el mundo académico.
En «Cosmos y psique» lo que Tarnas defiende es que todo está relacionado y que hay una íntima conexión entre lo microscópico y lo macroscópico, entre las cosas de las criaturas humanas y la marcha de los planetas, e insiste en señalar la extrema complejidad del mundo y la pluralidad de perspectivas desde donde puede ser analizado. El libro acaba de aparecer en Atalanta, la editorial que Jacobo Siruela puso en marcha tras dejar el sello que lleva su nombre. Como ya hizo entonces, ha abierto su desafío a propuestas poco convencionales, y en las que la razón conecta con otro tipo de saberes.
Tarnas considera que corren tiempos en los que reina una profunda insatisfacción y en los que los hombres no encuentran una manera coherente de explicarse las grandes cuestiones. «El reinado de la razón ha sido avasallador, y fueron tantos los logros tecnológicos que propició que parecía que se imponía un progreso irreversible», explica. «Luego vinieron los excesos y hoy parece claro que se ha ido demasiado lejos. Ahí están las crisis ecológicas y la amenaza cada vez más real de que la tierra tiene los días contados».
Años setenta, California: la contracultura cuestiona los valores sagrados y los jóvenes se abren a nuevas experiencias. Tarnas vivió aquellos días y confiesa que sólo ha podido embarcarse en este proyecto por enseñar en esa zona, donde hay menos prejuicios académicos. «La propia filosofía, la literatura y la física cuántica ya revelaron que el edificio de la razón tenía grietas. Después de Freud, Jung descubrió la riqueza de los arquetipos para explicar algunos conflictos psicológicos. Ahí había un camino por recorrer». Y en ese camino descubrió la astrología.
«El primer sorprendido fui yo», dice, «cuando empecé a comprobar que había muchos paralelismos entre las cartas astrales de las grandes figuras y que había relación entre la posición de los planetas y el momento en que, por ejemplo, Galileo, Darwin o Einstein realizaron sus descubrimientos más revolucionarios».
En Cosmos y psique, Tarnas propone un recorrido atípico por la historia, por las obras de los grandes maestros, por las crisis y las guerras y por los momentos de esplendor. La llave maestra que lo guía es la astrología y constata que «hay una íntima conexión entre las cosas de los hombres y los planetas». No habla nunca de una relación causal, no pretende establecer que un mundo determina lo que pasa en el otro. «Sólo propongo una manera distinta de ver las cosas que nos permita reconciliarnos con la naturaleza».
Por José Andrés Rojo – Madrid – 19/03/2008
Una conversación con Robert Hand
El astrólogo moderno con una herencia medieval – Por Tore Lomsdalen
Robert Hand es un astrólogo profesional con más de 40 años de experiencia en este campo. Goza de reconocimiento por sus pioneros trabajos que incorporan nuevas técnicas astrológicas, incluyendo la investigación sobre cartas compuestas y el campo de los armónicos. Es autor de numerosos libros y traductor de textos antiguos y medievales. Hand es presidente del Consejo Nacional de Investigación Geocósmica (NCGR). Ha impartido conferencias, seminarios y talleres por todo el mundo. Ha ejercido de astrólogo en Nueva York, Boston y Cape Cod, y ahora vive en Reston, Virginia, donde trabaja en una tesis doctoral en la Universidad Católica de América. Esta primavera ha recibido un premio en reconocimiento a la labor de toda su vida. Su página web es www.robhand.com Después de una dura semana de conferencias en la escuela de verano-2007 de la Facultad de Estudios Astrológicos en Oxford, Inglaterra, de la que Robert Hand es en realidad patrocinador, nos sentamos juntos en medio de un ambiente magnífico en el Brasenose College, donde se estudiaba astrología hace 700 años. Este era un marco perfecto para hablar con Hand, quien es bien conocido por tratar de reconectar la astrología moderna con sus raíces medievales.
Tore Lomsdalen: Robert, cómo se interesó usted por la astrología?
Robert Hand: Fue a través de mi padre. Él empezó a usar la astrología como un instrumento suplementario para el análisis del mercado de valores. Eso me interesó. Yo tenía entonces 17 años. Ahora voy a cumplir 65. Son casi 50 años de astrología – mucho tiempo…
TL: ¿Comenzó a estudiar astrología formalmente a los 17 años?
RH: No, aunque teníamos algunas efemérides y tablas de casas. Ni mi padre ni yo tuvimos un profesor regular, la astrología que practicábamos era muy, muy diferente de la que otras personas utilizaban por entonces. Con los años, nos fuimos familiarizando más con las técnicas comunes. Sin embargo. también llegué a ser extremadamente crítico con muchas de esas técnicas. Cuando estaba empezando con la astrología, yo era un seguidor de la Escuela de Cosmobiología de Ebertin.
Al principio, usaba el moderno sistema de regencias de signos que incluye a Urano, Neptuno y Plutón. No pude lograr que esto funcionara adecuadamente. Encontré que este sistema de regencias era la causa más habitual de mis errores de predicción. En realidad, no conseguí unos buenos resultados con los regentes de signos hasta que empecé a usar el sistema medieval de regencias, de lo cual no hace mucho tiempo – en los años 90. Antes de eso, obtuve muy buenos resultados utilizando un modelo Cosmobiológico modificado.
TL: Pero usted es un astrólogo tradicional, en el sentido de que usa técnicas ortodoxas.
RH: Las uso ahora, pero todavía trabajo algo con los puntos medios, aunque no en el riguroso estilo Cosmobiológico. En lo que concierne a las regencias, creo firmemente en el sistema medieval. Las principales diferencias son: Primero, los planetas transpersonales Urano, Neptuno y Plutón no rigen ningún signo. Esta es la mayor diferencia con el sistema moderno. Segundo, en el sistema medieval hay hasta cinco regentes en un signo – domicilio, exaltación, triplicidad, término y faz. Si a un planeta le corresponden dos o más de estas dignidades, se le dará frecuentemente prioridad sobre el regente del signo.
Le doy un ejemplo, en una carta diurna Venus es el regente del signo de Libra – el regente por domicilio, como le llamamos – y Saturno es el regente por exaltación. Todos los signos de aire en una carta diurna están también regidos por Saturno como el primer y principal regente de la triplicidad. Por lo tanto, de acuerdo al parecer de los griegos, Saturno tiene dos puntos de regencia frente a un punto de Venus. Según la estimación medieval, Saturno tiene siete puntos de regencia mientras que Venus solamente tiene cinco. El sistema medieval está establecido conforme al tipo de regencia. Por esta razón, Saturno rige Libra en una carta diurna.
TL: ¿Cuál es la ventaja de este sistema?
RH: En la astrología natal es una gran ventaja. Le daré otro ejemplo. Esta mañana hicimos una carta de un joven que tenía Libra en el Ascendente. Había nacido de noche, y el regente nocturno de los signos de aire es Mercurio. Por tanto, Saturno no es el regente del Ascendente. Venus en Escorpio está peregrino, lo que significa que no tiene dignidad alguna y está en detrimento. Esto da a Venus una puntuación de menos 10 según las dignidades medievales, que es lo más bajo que Venus puede caer. Saturno, por otra parte, que es regente de Libra por exaltación, está en Acuario. Venus no aspecta a Libra, porque está en Escorpio, pero Saturno en Acuario sí lo hace. Por lo tanto, se utiliza Saturno como regente del Ascendente de este joven incluso aunque, en teoría, Venus tiene más regencia. Prácticamente hablando, el individuo tienen una alternativa. ¡esa es la importante clave de todo esto! Venus es fuertemente el regente del Ascendente. El nativo puede tratar de expresar Venus como su regente de la casa primera; sin embargo, probablemente fracasará. Si se vale de Saturno como regente de la casa primera, seguramente tendrá éxito. Su madre me dijo más tarde que él era realmente un tipo saturnino. Espontáneamente vivía de ese modo. Si tienes dos señores igualmente poderosos, puedes usar uno cualquiera de ellos – o incluso ambos.
TL: ¿Es este el sistema medieval que usted enseña?
RH: Sí, en efecto. En realidad, sólo enseño en el Kepler College en los Estados Unidos, que es una escuela de artes liberales de la astrología. Pero en este momento no enseño personalmente. Estoy demasiado ocupado con mi tesis doctoral en Historia Medieval. Mi especialidad es, por supuesto, la historia de la astrología.
TL: ¿Qué significa para usted la astrología?
RH: La astrología es un sistema de ideas que intenta percibir, analizar y emplear las correlaciones entre los asuntos humanos y celestiales. Hay dos cosas que son igualmente importantes para mí en astrología. En primer lugar, la experiencia observada día a día de que el Universo no está muerto, y la vida sobre la Tierra no carece de sentido. En segundo lugar y estrechamente relacionado con lo anterior, la experiencia diaria de que yo y el Universo somos uno.
De modo que, para mí, lo más importante son las implicaciones metafísicas y espirituales de la astrología, y también sus implicaciones científicas. La astrología no es un sistema de creencias, simplemente porque está basada en la experiencia. Estoy dispuesto a creer -o más bien a alcanzar un acuerdo- que otras personas podrían tener otras experiencias. Sin embargo, mi visión de la realidad está fuertemente informada, y formada, por mi experiencia.
Cuando la gente me pregunta «¿Crees en la astrología?» Mi respuesta es, «No, no creo en la astrología. ¡La vivo!» La astrología me enseña que las leyes de la física podrían ser verdaderas, pero sus principios no son los más importantes de todos. El principio más importante es que el Universo se comporta como si fuera un Ser Viviente. ¡Nos habla! Como en toda comunicación entre seres conscientes, el lenguaje es negociado por ambos interlocutores.
TL: ¿El Universo nos habla a través de los planetas?
RH: Nos habla de muchas maneras, pero los planetas son uno de sus medios. El Universo utiliza numerosos lenguajes para hablarnos. Cuando digo esto, no me refiero al universo físico. De lo que hablo en realidad es del Alma del Mundo.
TL: ¿Cómo define usted «Alma del Mundo»?
RH: Es un término neoplatónico. Los neoplatónicos creían que en el centro de todo estaba algo a lo que se referían simplemente como el Uno. Como Plotino decía, incluso eso es decir demasiado. Está más allá de nuestra comprensión. El Uno, por su parte, generó a partir de sí mismo lo que probablemente puede ser mejor descrito como Conciencia Universal. Eso es lo que se llama en griego Nous. Consiste en la unión del conocedor y lo conocido. En la idea neoplatónica de Nous, no hay ningún marco de tiempo a este nivel. ¡Hay solamente eternidad! Todo lo que es, pudo ser, o alguna vez será está ya presente, simultáneamente. Simultáneamente no significa realmente nada, en los propios términos del Nous, porque el Nous trasciende el tiempo.
El Nous genera una imagen de sí mismo. Hay tiempo y movimiento. Esto es el Alma del Mundo, que es el principio del ser. Es lo viviente, y el universo físico es su cuerpo.
TL: Usted es conocido por introducir el sistema de casas de Signos Enteros en la astrología occidental.
RH: Yo soy probablemente el mayor defensor del sistema de casas de Signos Enteros. Puede que sea el más conocido de los astrólogos que lo usan, pero no soy el primero en incorporarlo a la astrología occidental. Todos los que hemos estudiado astrología helenística hemos tratado esta cuestión, y la mayoría de nosotros nos hemos cambiado al sistema de Signos Enteros. Hicimos esto no porque los griegos lo hicieran (los antiguos son perfectamente capaces de equivocarse y se han equivocado en muchas áreas de la astrología). Honestamente, cuando lo probé, a pesar del hecho de que yo estaba poco dispuesto a aceptarlo, me vi obligado a creer en él. Los resultados fueron mucho mejores que con los sistemas de casas más recientes. Podría darle muchos ejemplos en los que el moderno o cuadrante tipo de casas fracasa en darme la interpretación correcta, mientras que el sistema de casas de Signos Enteros me dio la clara y directa respuesta que estaba buscando.
TL: El sistema de casas de Signos Enteros no parece ser muy popular hoy en día.
RH: Eso es porque no hay mucha gente en este movimiento, pero se está extendiendo rápidamente. Voy a revisar el pequeño libro que escribí sobre esto. Eso podría estimular a más gente a interesarse y empezar a usar este excelente sistema de casas. Varios seminarios y conferencias sobre este tema están en marcha. ¡Espere y verá!
TL: ¿Por qué le gustaría ser recordado en su labor astrológica?
RH: Creo que cuando llegue el momento de escribir mi obituario, el sistema de casas de Signos Enteros será una nota a pie de página. Quiero ser recordado como una persona que jugó un papel clave en la reconexión del futuro de la astrología con su pasado. Los siglos XVIII y XIX supusieron un cambio radical en la tradición. Se produjo una ruptura a través de la destrucción, no a través de la evolución. Me gustaría que la astrología del futuro fuera lo que habría sido si el deterioro de los siglos XVIII y XIX no se hubiera producido. No sería pura astrología tradicional, pero sería una especie de astrología renovada basada sobre principios y técnicas tradicionales – un avance en nuevas direcciones, que tomara y combinara lo mejor de ambos sistemas.
TL: ¿Se refiere a una astrología postmoderna?
RH: Algo así. Sin embargo, el término «postmoderno» ha de usarse con precaución. En el sentido literal de la palabra, sí, es astrología postmoderna. Si llamamos moderna a la astrología del siglo XX, sí, va después de ese período. Pero si usamos la palabra del modo en que lo hacen los modernos filósofos franceses, como Jacques Derrida y otros, entonces no es postmoderna. Su definición de «postmoderno» no es aplicable a la astrología.
TL: ¿Es la astrología postmoderna una especie de «Regreso al futuro»?
RH: No sé si se puede decir así, pero es una «curación de la herida». Si se lee a Raphael, cuyo nombre no era realmente Raphael (era, con el debido respeto, un embrollador, pero un embrollador muy influyente a través de su almanaque, que impulsó el renacimiento de la astrología en la Inglaterra del siglo XIX)… se puede ver que su astrología sólo era una porción muy tosca de la astrología tradicional.
Buena parte de esa porción procedía de una persona, John Partridge, que estudió sistemáticamente la astrología tradicional. Por desgracia, Partridge la entendió mal en su mayor parte y echó a perder cada idea que no podía comprender. Era el menos talentoso de todos los astrólogos de los siglos XVII y XVIII, pero fue probablemente el más influyente. También fue quien popularizó el sistema de casas de Placidus. El peor astrólogo tradicional de Gran Bretaña fue quien introdujo el sistema de casas de Placidus – todos sus predecesores usaban Regiomontanus. Partridge murió a comienzos del siglo XVII. Entonces, la tradición de la astrología estaba casi quebrada, y esa ruptura fue muy mala para la astrología occidental.
Partridge hizo mucho daño. Raphael continuó el deterioro. Alan Leo, que era un hombre muy agradable y tenía la mejor de las intenciones, tergiversó las cosas todavía más. De modo que la moderna astrología, entendiendo por tal la astrología del siglo XX, es el resultado de Partridge, Raphael y Leo.
Lo que sucedió a partir de ese momento fue que los astrólogos del siglo XX, frente a una tradición extremadamente empobrecida, empezaron a añadir nuevo material a la misma. Algunos de estos materiales serán de un valor duradero. No sé si el dial de 90 º de la Escuela de Hamburgo y la Cosmobiología, por ejemplo, seguirán siendo componentes habituales de la caja de herramientas astrológicas, pero suponen un muy valioso conjunto de técnicas. La investigación de la astrología sideral fue útil, ya que provocó un nuevo examen de la historia de la astrología que nos ha llevado a donde estamos ahora. ¡El mayor logro revolucionario de la astrología moderna es que se convirtió en una gran herramienta para el auto-desarrollo!
TL: ¿Con la ayuda de Carl Jung?
RH: La psicología es una forma de abordarla, sí. Pero se trata de algo más que psicología, también tiene una dimensión esotérica. Dane Rudhyar es el mejor ejemplo, y en Alemania otro ejemplo es Thomas Ring. Su labor fue continuada por sus discípulos. Creo que este énfasis en el auto-desarrollo es el logro más sólido de la astrología del siglo XX.
TL: ¿Simbolismo y arquetipos son la misma cosa?
RH: El simbolismo es muy importante en astrología. Se remonta hasta los egipcios. La palabra arquetipo tiene dos significados muy diferentes. Originalmente era prácticamente lo mismo que la idea platónica de «forma» y es superconsciencia en la naturaleza. Bajo la influencia de Carl Jung, el arquetipo llega a ser visto como subconsciencia en la naturaleza y, por tanto, muy diferente de la idea platónica. Aunque tengo un enorme respeto por Jung, debo decir que situó los arquetipos en el lugar equivocado. Los colocó en un reino inferior a la mente consciente. Platón los ubicó por encima de ella.
Para volver a la diferencia entre un arquetipo y un símbolo, creo que este último es básicamente un principio no-físico por el cual se organiza la realidad. En otras palabras, los símbolos son una forma de representar la realidad que no se limita a poner etiquetas a aspectos de la realidad sino que nos conduce a ella. En griego, símbolo significa «lanzar juntos», no en el sentido negativo, sino en el de hacer que las cosas vengan unidas.
TL: ¿Es la carta natal una descripción simbólica del ser humano?
RH: Del alma humana, sí. Según Aristóteles, el alma es la forma del cuerpo plenamente realizado. Es el principio formal que hace que cada ser humano sea lo que es. Más precisamente, no tenemos almas, ¡somos almas! Creo que la carta es una representación simbólica de la estructura arquetípica del alma. Sin embargo, no describe completamente cómo esto se va a manifestar en la práctica, en la realidad concreta de nuestra vida. La carta expresa, en cambio, lo que sería si se alcanzara la perfecta manifestación.
TL: Usted dijo una vez, «Los planetas son objetos naturales que reflejan el momento del alma dentro de nosotros.» ¿Por eso la astrología funciona?
RH: Sí, de nuevo usando el modelo neoplatónico, que no es necesariamente el único que se puede usar. Los neoplatónicos, al igual que la mayoría de los platónicos, creían que todos los niveles de realidad se reflejan entre sí y evolucionan paralelamente. Hay cuatro niveles: el Uno, el Nous, el Alma y el Cosmos.
Hay también dentro del Cosmos esos cuatro niveles, porque hay cuatro niveles dentro de cada uno de los niveles: Uno, Nous, Alma y Cosmos. En el nivel de manifestación en este mundo, tenemos la rotación aparente del Universo cada 24 horas. Sabemos que esto es un artificio, porque es la rotación de la Tierra lo que realmente estamos viendo. Pero eso no importa, ya que estamos hablando simbólicamente. Esta rotación del Universo representa el Uno dentro del Cosmos; las estrellas fijas representan el Nous dentro del Cosmos; los planetas representan el Alma dentro del Cosmos; y la esfera sublunar es el Cosmos dentro del Cosmos. Toda la doctrina del macrocosmos y el microcosmos es neoplatónica, aunque tiene profundas raíces en la filosofía hermética. Cada uno de nosotros es un microcosmos y contiene la Unidad, el Nous, el Alma y el Cosmos. El Cosmos es el cuerpo; el Alma, como la palabra indica, es el alma humana; el Nous es la conciencia del alma; y el Uno es nuestro conocimiento individual así como nuestra individualidad.
La Unidad es semejante a esto: si se divide un individuo, el individuo deja de existir. Individual significa «indivisible». El término implica que no se puede dividir. Literalmente, significa lo mismo que «átomo» (atomos en griego) – lo que no se puede cortar.
La cuestión es que cada uno de nosotros tiene su propia alma, y el Cosmos tiene un Alma, y el Alma del Cosmos se manifiesta en el movimiento de los planetas. Ellos son aspectos del Alma, y sus movimientos son una manifestación del Alma. Los planetas fuera, en el Cosmos, y los planetas dentro de uno mismo corren en paralelo. ¡Por esto es que la astrología funciona!
Los cambios del alma individual y los cambios en el Alma del Cosmos se reflejan mutuamente. Esto no es un mecanismo causal en el sentido ordinario de la palabra. De hecho, la astrología se parece más a un lenguaje que a un mecanismo.
TL: ¿Cree que la astrología ha progresado o ha degenerado desde sus orígenes?
RH: Ha tenido sus altibajos. Con el período helenístico, es difícil de decir, porque el material es fragmentario. La evidencia es que la astrología helenística estaba muy altamente desarrollada – algo más simple que astrologías posteriores en algunos aspectos y más compleja en otros. La astrología árabe medieval y la astrología latina que se derivó de ella alcanzó un elevado desarrollo. La astrología hindú es también muy elaborada. Pero yo diría que desde 1700 hasta hace poco tiempo, la astrología occidental ha degenerado. Ha perdido el rastro de sus propias raíces. Podría, tal vez, recobrarlo…
TL: ¿Por medio de la astrología psicológica?
RH: La psicología es solamente una aplicación de la técnica astrológica. Por ejemplo, yo hago astrología psicológica con métodos medievales. Eso no es un problema. También hago astrología no psicológica.
Tenemos que dejar de pensar en la astrología como si fuera semejante a la tecnología científica, en la cual hay una y sólo una manera de hacer las cosas. Debemos, más bien, pensar en ella como en un sistema lingüístico, un lenguaje. La diferencia entre un buen lenguaje y uno malo no es si se trata de inglés, alemán, español, chino o hindú. Hay muchos buenos lenguajes. La diferencia en utilidad de un lenguaje sobre otro estriba en lo que cada uno puede expresar o no.
El lenguaje de la astrología moderna del siglo XX está tan depauperado que no puede decir las cosas claramente. Es confuso, desenfocado y simplista. Podemos ilustrarlo con un ejemplo. Hace algunas décadas, la comunidad astrológica de Nueva York NCGR consiguió reunir un gran número de datos natales de víctimas de suicidio. Fueron recogidos de registros públicos; eran datos de nacimiento oficiales. En lugar de que los astrólogos hicieran lo que se podía esperar de ellos, un análisis estadístico de la muestra para ver si se detectaba algún patrón, ellos crearon el Proyecto de Estudio del Suicidio de Nueva York. Este proyecto comprobaba la habilidad de los astrólogos para distinguir entre suicidas y no suicidas. Las cartas de los suicidas fueron emparejadas con las de los no suicidas. Los astrólogos fueron entonces invitados a comparar las cartas y decir cuál de cada pareja era la del suicida y cuál no.
Yo no participé. ¿Sabe por qué? Porque me di cuenta de que no sabía qué mirar en una carta como indicación de suicidio. De hecho, la astrología moderna no dispone de un modelo teórico para detectar indicaciones de suicidio. Si el método tradicional para predecir el suicidio es correcto o no, no hace ahora al caso. La cuestión es que la astrología tradicional tiene un sistema de predicción del suicidio. El lenguaje contiene esa información. Podrá ser correcto o no, pero desde la perspectiva de la astrología como lenguaje, el lenguaje de la astrología tradicional es más articulado, más preciso y claro. La prueba es que en la astrología moderna, como la practica mucha gente, ni siquiera se puede decir si algo funciona o no. Se podría decir algo, pero no claramente. En la astrología medieval se puede ser preciso.
Si no se puede decidir si un lenguaje está diciendo algo claramente o no, eso significa que no es tal lenguaje. Sobre la base de su articulación lingüística, la astrología medieval – y, por lo mismo, la astrología helenística o la hindú – es superior a la moderna astrología del siglo XX.
Nuestra astrología «postmoderna» tiene que desarrollar un nuevo lenguaje oracular semejante al de la astrología medieval, la helenística o la hindú. Eso es realmente lo que los astrólogos están haciendo. Estamos tomando el verdadero lenguaje original y reformulándolo con palabras modernas. Yo no soy un antiguo. Puedo estudiar materiales antiguos por su interés intrínseco, pero cuando se trata de practicar la astrología, no soy un astrólogo medieval. Soy un astrólogo moderno. Uso el lenguaje medieval para propósitos modernos, y esto funciona muy bien.
TL: Llevando la astrología por ese camino ¿no caemos en la trampa de hacernos deterministas?
RH: ¡No! Jerarquía de lenguaje no es determinismo. Cuando se hace una declaración en un lenguaje claro, la gente sabe que se ha hecho la declaración. Lo que sucede en realidad es que las alternativas son descritas de modo muy articulado en los métodos medievales. No presentan una nebulosa masa de posibilidades. Usted puede decir que esta o aquella estrategia debería funcionar muy bien, mientras que esta o aquella otra estrategia probablemente fracasará. Pero nunca decir que esto funcionará y aquello no. La astrología moderna dirá «bie-e-en, veamos…»
Yo trabajo con un lenguaje antiguo, pero con intenciones modernas. Esa es la diferencia.
TL: El astrólogo babilonio comenzó siendo un sacerdote. ¿Cree que hay un sacerdote en nosotros hoy día?
RH: Gurú o mentor sería más apropiado, pero no un sacerdote. Prefiero no cambiar en ese sentido tampoco.
TL: ¿La astrología es una religión?
RH: La astrología tiene implicaciones religiosas, pero no es una religión. No es una religión en el sentido habitual de la palabra. No es un sistema teológico.
TL: ¿La astrología es compatible con la religión?
RH: Solamente aquellas religiones que dicen que la astrología es maligna son incompatibles con la astrología.
TL: Hay muchos astrólogos que son intensamente cristianos o religiosos o tienen una fe fuerte…
RH: No tengo ningún problema con eso.
TL: ¿Por qué entonces la Iglesia no acepta la astrología? ¡El fallecido Papa Juan Pablo II declaró en una encíclica vaticana que la astrología es un grave pecado!
RH: Eso se responde muy fácilmente. Estos individuos no son la Iglesia, aunque ellos proclamen que lo son. La Iglesia Católica es públicamente reacia a reconocer la astrología. En realidad fue el Papa actual quien escribió el nuevo catecismo que condena la astrología, cuando todavía era cardenal. Sin embargo, a lo largo de la historia, ha habido otros papas favorables a la astrología.
TL: ¿Es la astrología un sistema particular de fe, culto y creencia?
RH: Podría formar parte de un sistema así, pero no tiene por qué. No es un sistema de creencias. Ni un sistema determinado de fe y culto. Nadie ha decretado un ritual especial para ser astrólogo, aunque hay astrólogos rituales, tanto en el Este como en el Oeste. Pero no hay algo que debas creer para practicar la astrología. De hecho, tenemos dos sistemas de astrología que no son completamente diferentes pero tienen bastantes diferencias significativas; uno procede del subcontinente de la India, y el otro de Oriente Medio. Nuestra astrología es una rama de esta última. (Debemos tener presente que nosotros no practicamos astrología occidental, sino astrología Medio Oriental. No hay astrología occidental, salvo quizá la astrología del siglo XX y la Nueva Era).
Usted preguntaba por qué la Iglesia es tan hostil con la astrología. La mejor respuesta que puedo dar es bastante simple. De acuerdo con Franz Cumont, la religión oficial del estado del Imperio Romano en el período anterior al cristianismo (y tenga en cuenta que era una religión del estado) no era el culto a los Olímpicos. Eso es un mito. Era el culto al Sol No Conquistado, el Sol Invictus. Era una religión muy neoplatónica, hasta el punto de que neoplatónicos posteriores fueron conscientemente adoradores del Sol.
La astrología formaba parte de su aparato de culto, y la religión era una forma de monoteísmo. El Sol no era exactamente como Zeus. El Sol era la única deidad suprema verdadera, o más exactamente, representaba a la única deidad suprema verdadera. Todas las demás «deidades» eran meramente locales, manifestaciones temporales. Se trataba de un monoteísmo ético, que fue desplazado por el cristianismo. Pienso que la actitud cristiana hacia la astrología procede del simple hecho de que la astrología formaba parte del aparato de una religión rival.
¡La astrología nunca se ha recuperado completamente de eso! Ha habido momentos en que el Cristianismo pudo convivir con la astrología. En la alta Edad Media, la mayoría de los intelectuales no tenían serios problemas con ella, siempre que no fuera determinista. Con eso sí había un problema. Ahí puedo estar de acuerdo.
TL: ¿Puede un astrólogo ser ateo?
RH: No lo creo, no es inteligente. Estoy seguro de que alguien ha probado esto. El ateísmo implica que no hay absolutamente ningún principio viviente fundamental para el Universo. Se puede ser ateo en astrología en la forma en que mucha gente define a un ateo, es decir, alguien que no puede creer en su Dios. Yo podría considerarme un ateo, en sus términos, por esta razón, pero negar la existencia de una especie de principio viviente en el centro del ser, que es el verdadero ateísmo, es una posición que no creo que un astrólogo pueda tomar. Pero un astrólogo puede no creer en una religión determinada. Eso no es un problema. La astrología no se dirige necesariamente a ninguna religión, pero apunta a algún tipo de creencia distinta del ateísmo.
TL: ¿La astrología implica moralidad?
RH: No necesariamente. Históricamente no ha sido así, pero bien entendida podría serlo. La astrología no obliga a cumplir una disciplina moral, aunque implica una. Si entendemos el Alma como la forma de la persona perfecta, entonces la moralidad de la astrología consiste en lo siguiente:
Aquello que impulsa al Alma a alcanzar su plena manifestación es el Bien. el Mal impide ese proceso. En otras palabras. la moralidad se basa sobre una perfecta auto-manifestación o auto-realización. Pienso que la mayoría de las personas que hacen daño lo hacen porque han sido mutilados por su interacción con el entorno. Están enajenados respecto de quienes suponen ser. No puedo demostrar esto, pero creo que forma parte de las bases de la moralidad astrológica. La auto-realización es la moralidad – o al menos esforzarse por ello.
TL: ¿La astrología es misticismo?
RH: No directamente, pero implica la verdad del misticismo. Se puede describir como una aplicación práctica del misticismo. El misticismo es fundamentalmente la creencia de que nosotros y el Universo somos uno. La astrología es una experiencia práctica de eso sobre bases cotidianas.
Piense acerca de esto por un momento. La carta no funcionaría si no fuéramos un aspecto personificado del Universo total. Cada uno de nosotros es una faceta de la totalidad del Universo. Esto es una consecuencia directa del pensamiento astrológico. Es una doctrina práctica y mística. Podemos dar vueltas a las cosas; puede que no seamos muy buenos en lo que hacemos, pero todos somos una parte integrante del Universo. ¡Cada uno de nosotros es no un hijo del Universo, sino un aspecto de él!
Somos múltiples manifestaciones del Universo. Esa es una idea mística. Cada uno de nosotros es el Universo percibido desde un punto de vista particular. En realidad, ese punto de vista es, al menos en parte, expresado en nuestra carta.
TL: Usted es, entre otras cosas, un buen astrólogo eleccional. ¿No es eso una forma de adivinación?
RH: La astrología Horaria es definitivamente adivinación; es una lectura que uno capta del Universo. La astrología Eleccional no es técnicamente adivinación, porque uno no está leyendo. La astrología eleccional implica la transmisión del individuo hacia el Universo por su selección intencionada de un momento. Usamos el lenguaje de la astrología para elaborar una declaración de lo que pretendemos conseguir. Si lo hacemos correctamente, la intención se verá realizada.
Pero hay un rompecabezas acerca de la astrología eleccional. Si usted elige una carta correctamente y ejecuta su plan en el momento apropiado, ¿es la carta, entonces, una indicación de que su actividad es bendecida, porque usted es capaz de hacerlo? ¿o es realmente la carta la causa de que su actividad sea bendecida? No hay forma de responder a esto. Yo he hecho muchas elecciones, y he encontrado que, a menudo, la gente no parece ser capaz de realizar la acción en el día apropiado. Algo sucede. Cuando esto pasa varias veces, les digo que no están destinados a hacer eso; no están destinados a mantener ese propósito.
La astrología eleccional es, básicamente, hacer cualquier cosa que quieras con la bendición de las estrellas. Pero al mismo tiempo no se trata de complacer a los planetas; ¡estamos tratando de conseguir que los planetas nos complazcan! La astrología eleccional, no la horaria, es el aspecto más mágico de la astrología. Estás usando las influencias planetarias para tomar conciencia de tus propias intenciones. Por otra parte, la horaria es adivinación, como dice Geoffrey Cornelius. Se trata de descifrar lo que la Divinidad está diciéndonos. Curiosamente, la astrología horaria es religiosa, según la definición antropológica: se trata de conformarse a la energía de un Poder Superior. La eleccional, en cambio, es mágica: se trata de alterar un resultado mediante el uso de la energía de un Poder Superior. Sin embargo, todo es astrología.
TL: Mágico tiene, en cierto sentido, una mala connotación.
RH: La palabra ha sido deteriorada. En casi cualquier lengua excepto en inglés la palabra no es «magic», sino Magia. Pienso que deberíamos recuperar esa palabra en inglés. Si se estudia a Cornelius Agrippa sobre magia (quien, después de todo, escribió un libro sobre ella) se ve que una de las modalidades de la magia era algo que él llamaba praestigium, de donde se deriva la palabra «prestigio». Esto significa artimaña e ilusión, pero también lo hábilmente realizado que acredita como mago.
Lo que la mayoría de la gente entiende por magia es el praestigium. Otras formas de magia incluyen la teurgia, que significa establecer contacto con la naturaleza espiritual de divinidades y traer estas energías a la encarnación. El más destacado ejemplo de esto, en la práctica, es la misa católica.
Tradicionalmente, hay también técnicas para comunicarse con espíritus. No sé si eso funciona o no. Nunca lo he hecho. Desde luego, no es fácil. Pero de nuevo la definición dada por Dion Fortune tiene verdadero mérito: «La Magia es el arte de conseguir cambios en la conciencia en conformidad con la voluntad». Esa es una definición yóguica. Hace de la magia definitivamente un yoga. La astrología, utilizada con intenciones semejantes, puede ser un yoga. La Alta Magia, apropiadamente concebida, a la que podemos llamar Magia Blanca, es un yoga – mucho más que la astrología, en realidad.
TL: ¿Quiere decir que la astrología es un yoga?
RH: Una técnica de yoga está diseñada para provocar la unión del practicante con la Divinidad, y es un medio para obtener la auto-realización. En la medida en que la astrología puede usarse como una herramienta para la auto-realización es por definición un yoga.
TL: ¿Se unirán alguna vez la astrología y la ciencia?
RH: La ciencia, como un conjunto de técnicas para investigar la realidad física, no es un problema para la astrología. Y la astrología no es un problema para la ciencia. El problema para la astrología son las personas que practican la ciencia. En la mayoría de los casos, han adoptado un punto de vista filosófico que no tiene nada que ver con el éxito de su trabajo diario, a nivel de ciencia ordinaria.
Esta filosofía es denominada «cientificismo» por sus adversarios. Postula que el mundo está muerto, es inútil y mecánico, que la vida es un fenómeno sin sentido que debe ser explicada a partir de un Universo que está fundamentalmente muerto. Eso no es compatible con la astrología. Mientras la ciencia conciba esto como un requisito, será incompatible con la astrología. No veo a los cientificistas ni a muchos intelectuales aceptando la astrología por mucho tiempo. Curiosamente, la gente común y la humanidad en general está aceptando la astrología cada vez más. En la mayoría de los casos no saben bien de qué se trata o pueden no «creer» en ella. Lo bueno es que, cuando hablas sobre astrología, la mayoría de la gente no te saca de la habitación – o de la universidad, por este asunto.
En el moderno sentido de la palabra «ciencia», será difícil unirlas. En el sentido original de la palabra, no hay problema. Aristóteles fue el primero en definir «ciencia». Lo hizo en griego, por supuesto: episteme. Aristóteles dijo que la ciencia requiere tres cosas: primero, un auto-evidente primer principio que se obtiene por observación; segundo, un medio de tratamiento lógico de ese primer principio; y tercero, una conclusión que resulte del segundo principio operando sobre el primero. Así, si tienes un primer principio y un método de desarrollo de ese primer principio y puedes alcanzar una conclusión a partir de esos principios, entonces tienes una ciencia.
¡La astrología hace esto todo el tiempo! En el sentido aristotélico, la astrología es una ciencia. No es una ciencia en el moderno sentido de la palabra, que es totalmente diferente de su significado original. Ha cambiado con el tiempo. La palabra «ciencia» viene de scientia, que significa simplemente «conocimiento».
TL: ¿La astrología está perdiendo popularidad?
RH: Es difícil responder a eso. Llegó a ser muy popular en los años 70. Los astrólogos que aparecen en las conferencias son cada vez mayores, no hay duda. Con el tiempo, muchos de nosotros no estaremos.
Si usted va a internet, sin embargo, descubrirá un gran interés por la astrología, aunque será más rudimentario y popular. Existen enormes grupos de salas de chat. Pero ahí hay un problema generacional. Los que procedemos de los años 70 tenemos problemas para conectar con los astrólogos más jóvenes. Tendemos a movernos en diferentes círculos. En el Kepler College, la media de edad de los estudiantes es mucho más joven que lo normal para grupos de astrología.
Está claro que la comunidad astrológica, tal como la conocemos, se está reduciendo. Pero no creo que eso le suceda a la astrología misma. La astrología se aproximó a su extinción en el siglo XVIII, pero sobrevivió. Aunque si la astrología no hubiera resistido en Inglaterra es probable que no hubiera sobrevivido en ninguna parte. Patrick Curry describe muy bien por qué la astrología sobrevivió en Gran Bretaña – en sus dos libros, Prophesy and Power y A Confusion of Prophets.
TL: ¿Qué cree que podemos hacer para atraer a las generaciones más jóvenes a la astrología?
RH: Ya están aquí, y se sienten atraídos. Pero la mayoría no parece estar especialmente interesada en comprometerse con el nivel de intensidad que muchos de nosotros lo hemos hecho.
Por otra parte, el pasado mes de abril asistí a un congreso en Sedona, Arizona, organizado por Moses Siregar III, de 31 años. Aunque algunos de los «viejos muchachos» fuimos invitados a participar, la mayoría de los conferenciantes tenían menos de 40 años, y varios de ellos menos de 30. ¡Estuvieron brillantes! Creo que el futuro está en buenas manos.
TL: ¿Quién cree usted que es el más grande de los astrólogos – vivo o fallecido?
RH: Prefiero no opinar sobre astrólogos vivos, si no le importa. Creo que dos de los mayores astrólogos en la tradición medieval y moderna temprana fueron Bonatti y Cardano. Entre los árabes, el más influyente era Abu Mashar. No sé si era el más grande, porque en realidad hizo algún daño importante a la astrología. También Lilly era un gran astrólogo.
De los modernos ya fallecidos, yo pondría probablemente entre los grandes a Reinhold Ebertin y Dane Rudhyar. Hay otros, pero no me vienen ahora a la mente.
TL: Usted es un sagitariano, ¿piensa que usted vive su signo solar?
RH: En realidad sigo un estilo de vida más propio de Júpiter. Júpiter está ascendiendo en mi carta. Rige y dispone más que ningún otro planeta. No soy un clásico jupiteriano, sin embargo, ya que tengo Saturno en oposición al Sol. Eso me hace más disciplinado que el típico jupiteriano. Sagitario es un signo bastante brillante, y yo no soy una persona especialmente brillante, ni mental ni físicamente. Saturno tiene una fuerte influencia en mi carta. Por tanto no, no me describiría a mi mismo como un clásico sagitariano. ¿Cómo podría serlo, con Cáncer ascendiendo y la Luna en Escorpio? Además de eso, tengo esta configuración Sol-Saturno.
Lo que yo digo de Sagitario con Escorpio es «¡aprendiz de todos los oficios, maestro de varios!»
Richard Tarnas: Astrólogo. Profesor de filosofía y psicología en California. Formado en Harvard y doctorado en el Instituto Saybrook
«Tu psique es la respiración del cosmos»
Desde su ensayo La pasión de la mente occidental (1991), Richard Tarnas es leído y discutido en el orbe anglosajón. Pronto nos lo traducirá la editorial Atalanta, que entre tanto nos adelanta Cosmos y psique, psesudo libro que documenta nuestra cartesiana escisión del cosmos, lo que fue útil al alto coste de aislarnos: hoy algunos vuelven a intuir que no hay una psique dentro y un cosmos fuera, sino una dinámica integrada de la que la astrología puede trazar diagramas. A mí, por ahora, me basta con ver la astrología como prueba de la fértil imaginación de nuestra psique, insaciable lectora del cosmos… Pero también es cierto que nuestra imaginación es una eclosión del muy imaginativo cosmos…
¿Influyen los astros en mi vida?
Usted y ellos están conectados.
¿Y determinan lo que hago?
No es eso. Verá: ¿qué hora es?
¿Eh? Las doce y media…
¿Y cómo lo ha sabido?
Mirando aquel reloj.
¿Y las manecillas de aquel reloj causan las doce y media?
No.
Pues así sucede con los astros: no causan nada, son las manecillas en las que podemos leer las horas arquetípicas del cosmos.
Pero una cosa es el cosmos, y otra, yo.
Ah, aquí expresa usted la pasión de la mente occidental: ha querido desgajarse del cosmos hasta sentirse autónoma y dejar al cosmos como un mecanismo externo e inanimado. ¡Algo que es absolutamente irreal!
¿Por qué?
¡Porque somos cosmos en forma humana! Nosotros somos el modo en que el cosmos se hace consciente de sí mismo. Me gusta cómo lo formuló el filósofo Plotino (s. III d. C.): «Todo respira al unísono».
Pero Saturno es un pedrusco inanimado, mientras que yo soy mi psique.
Lo que usted llama «mi psique» no es sino respiración del cosmos. Cosmos y psique son dos formulaciones de una misma y única realidad. Y las conjunciones de los astros visibilizan la dinámica cósmica, es decir, la dinámica arquetípica de la psique. Y esto estudia la astrología arquetipal.
¿Es muy distinta de otras astrologías?
Su enfoque concuerda con los actuales enfoques de la psicología transpersonal, la física cuántica, la teoría del caos y de los fractales, la ecología y Gaia, la filosofía holística…
¿Hay lugar para la libertad personal?
Es precisamente una visión participativa del hombre en el cosmos: cada uno de nosotros es el cosmos actuando. Hay una dinámica cósmica, una melodía que cada uno interpreta con un estilo. Vea a Hitler y a Chaplin.
¿Qué pasa con Hitler y Chaplin?
Nacieron casi a la vez, compartían los aspectos de sus cartas astrales, ¡y hay que ver de qué modos tan distintos los desplegaron…!
¿En qué se parecían?
Ambos tenían dificultades con la autoridad, tendencias tiránicas, apetencias artísticas, atracción por jóvenes inmaduras emocionalmente, alta capacidad comunicativa…
Me habla usted de una dinámica cósmica: ¿cómo funciona, con qué mecánica?
¡Es un misterio! La ciencia no alcanza ahí.
¿De qué sirve la astrología arquetipal?
Para intuir la dinámica profunda de las cosas, igual que el buen surfista intuye la de las olas: comprender pasado y presente nos ayuda a surfear mejor la ola del futuro.
¿Desde cuándo hay astrólogos?
Desde siempre, son observaciones antiquísimas. Antes de ser perseguido por sostener que la Tierra orbitaba alrededor del Sol, ¡Galileo había sido perseguido por astrólogo!
No sabía eso…
A la Iglesia le asustaron las precisas predicciones de Galileo: ¿dónde quedaba la voluntad divina si todo estaba en los astros?
¿Ha habido otras mentes eminentes interesadas en la astrología?
Platón, Aristóteles, Dante, Goethe, Yeats, Jung, ¡Kepler…! La curiosidad de Newton por la astrología le condujo a las matemáticas. En los momentos más creativos de Occidente… aflora siempre la astrología.
¿Cómo llegó usted a la astrología?
Durante unas indagaciones psicológicas junto con Stanislav Grof nos asombró advertir cómo cartas astrales indicaban episodios de transformación psíquica. Y decidí estudiarlo, sin cerrarme a lo incómodo, como hicieron los que vituperaron a Copérnico…
¿Qué evidencias le han fascinado más?
Tantas… Me impresiona la correlación entre configuraciones planetarias y era axial.
¿Qué es la era axial?
A los siglos VI y V a. C. se les llama así por la formidable eclosión que vivió la humanidad: Sócrates, Buda, Confucio, Pitágoras, Lao Tse, Zoroastro, jainismo, los profeta hebreos… ¡No hay un periodo histórico igual!
¿Y qué nos dicen los astros de aquello?
Urano, Neptuno y Plutón se alineaban de modo casi perfecto. He observado que las alineaciones entre dos de estos tres planetas se corresponden siempre con revoluciones de conciencia. Los tres a la vez…
¿Y cómo andan ahora estos planetas?
Plutón y Urano se alinean, lo que señala innovaciones creativas y culturales.
¿Quizá como esta que postula usted?
Los cambios de paradigma no son de un día para otro, van calando en las conciencias… Copérnico hacía esta misma reflexión acerca de su revolucionario giro.
El año 2012 será apocalíptico, dicen…
Puede suceder algo que coloree el proceso de transformaciones en el que ya estamos, igual que elegimos el año 1789 para simbolizar aquel dilatado proceso revolucionario.
¿Qué debo esperar de los horóscopos de la prensa?
Sólo entretenimiento. Se focalizan en el Sol en el momento del nacimiento: equivale a querer abarcar el estado integral de nuestro organismo observando sólo el corazón.
¿Tiene sentido decir: «Soy libra»?
Es como si me dice «soy periodista»: no está expresando la complejidad de su persona.
Somos lectores del cosmos: la astrología es una lectura, y leer es crear. ¿Sí?
Le ha quedado bonito, pero no entienda el cosmos como una proyección mental: el desarrollo de la conciencia es el desarrollo del proceso de autorrevelación del cosmos.
Entrevista publicada en La Contra de la Vanguardia
y realizada por Lluís Amiguet

En la siguiente entrevista, tras la publicación del libro “El Hilo Mágico – Seminarios de Astrología Psicológica” (Ediciones Urano), Richard Idemon (fallecido en 1987) comparte algunas reflexiones sumamente iluminadoras partiendo de su propia experiencia.
Pregunta: ¿Cómo te las arreglaste con el precio que hay que pagar para ser astrólogo? ¿Cómo te enfrentaste con la soledad y por sentirte excluído, o por ser motivo de risa, o que los demás te tomaran por tonto o chiflado?
Respuesta: En mi condición de principiante en el estudio de la astrología, y es así como considero mis primeros diez años, para mí fue importantísimo ganar adeptos. Hacerlo forma parte de esa peculiar época de la vida en que tu fe en algo es tan poderosa y eso en lo que crees ha tenido tanto impacto en ti que, por otra parte, te deja también bastante inestable. Como todavía no has llegado a arraigar en un conocimiento auténtico del fondo de tu alma, tienes que esforzarte por lograrlo. Por eso yo solía enzarzarme en continuas discusiones; más aún, las provocaba. Cuando me presentaba a alguien diciendo que era astrólogo, eso implicaba un: “¿Quieres que lo discutamos?”, algo que era importante para mí entonces porque estaba usando a
la gente como un niño usa un mordedor cuando le están saliendo los dientes. Al ir refinando mi pensamiento mediante la discusión, refutando argumentos y enfrentándome con los escépticos, me afirmaba más auténticamente en mi creencia. Ahora, si me encuentro con alguien que cree que la astrología es un disparate, no le hago caso, porque no quiero discutir con nadie de mentalidad tan cerrada. Sin embargo, es interesante que también haya astrólogos que afirman que no son capaces de discutir con espíritu abierto. La cerrazón mental les gusta; son como la polilla que se precipita en la llama. E incluso hay entre nosotros personas (y no quiero decir que eso tenga nada de malo) a quienes les divierte discutir con aquellos a quienes la astrología los pone histéricos, y es probable que en esa actitud haya un problema secreto con la sombra.
En cuanto a la segunda parte de lo que me has preguntado, yo provengo de una de esas familias “heridas” que tantos tenemos, y en estos casos la cuestión está en cómo te las arreglas tú para cuidar de ti mismo. Cuando eres un pararrayos, ya sea porque eres muy conocido o porque representas algo que constituye un reto para la “mentalidad del mínimo común denominador” del colectivo que te rodea, eso te pone en cierto sentido en un lugar solitario. Pero la clave de lo que te permite enfrentarte con ello se halla en que tú mismo te brindes tu propio alimento y sepas cuidarte solo. Se trata de no caer en la trampa de pensar: “Soy un servidor del Universo, un canal, y sólo existo en el nivel transpersonal, porque el personal es simplemente demasiado para mí”. Adentrarte en tu propio trabajo, por cualquier camino que te haya llevado a él, alimentar a tu niño interior, cuidar de tu vida, asegurarte de que tu necesidad de seguridad emocional esté satisfecha, de que estás bien contigo mismo, todo eso te permite ocupar con relativa tranquilidad ese lugar tan expuesto, porque los vientos que soplen no te sacudirán tanto si tus raíces se hunden firmemente en la tierra.
Creo que lo fundamental es el cuidado afectuoso de la persona interior, para afirmarse y centrarse en ella. Por eso insisto constantemente en que hay que descender por el laberinto, porque mediante la curación que se obtiene en ese ámbito, nos vamos creando un territorio para nosotros mismos; allí es donde están nuestras raíces. Si éstas son fuertes, el árbol será capaz de resistir muchísimo viento; si las raíces son superficiales, un fuerte golpe de viento lo derribará. Por eso, al crecer debemos tener presente que somos a la vez raíz y rama, y que no podemos estar preocupados sólo por estirarnos hacia el cielo. Debemos recordar que tenemos raíces que descienden hacia el mundo subterráneo, y que hay que hacerlas crecer de tal manera que sirvan de contrapeso a las ramas que elevamos hacia el cielo.
Pregunta: ¿Podrías hablarnos de cómo ves tú el futuro papel de la astrología? ¿Crees que irá siendo gradualmente más aceptada? ¿Y cuál es la parte que nos cabe en su enseñanza?
Respuesta: Odio hacer predicciones, porque lo más fácil es que no acierte, como veinte años atrás, cuando pronostiqué que al cabo de veinte años se enseñaría astrología en todas las universidades. Pero así y todo, creo que el proceso está en marcha. Pienso en la astrología simplemente como una más de tantas cosas que la gente hace, como la cestería o la meditación, el tipo de cosas que todos hicimos en los años sesenta y setenta, cuando también en la astrología se produjo un gran despertar. Ahora eso ha cambiado, el campo es más estrecho, pero se profundiza más en él. La gente que hoy se interesa por la astrología se centra en ella con más seriedad y más sinceridad. El movimiento que veo en marcha, y que me fascina, es el matrimonio entre la astrología y todas las variantes de la psicología. Un seminario como este no se habría podido realizar quince años atrás. ¿Por qué? Porque entonces no habría tenido público, pero se ha producido un cambio de conciencia, y eso es lo que me estimula y me entusiasma. En cierto sentido somos todos misioneros, somos modelos. Cada uno de nosotros, en la medida en que va profundizando su propia visión intuitiva, en que celebra el matrimonio entre la astrología y otras disciplinas, se constituye en modelo para otras personas y muestra el camino a los que vienen detrás.
Pregunta: Me parece importante tener presente que llegaremos a un momento en la vida en que ya no sintamos necesidad de contemplarla por mediación de la astrología, que no es más que uno de los instrumentos de una manera de enfocarla. He conocido a algunos astrólogos muy ancianos que terminaron por renunciar a ella.
Respuesta: Lo que me pregunto es a qué tipo de astrología renunciaron. ¡Porque hay algunas que yo recomendaría a todo el mundo que las deje atrás!
Por ejemplo, con frecuencia la gente me pregunta si no llevo mi carta natal a todas partes, o una tabla de efemérides, o dónde tengo tal o cual planeta progresado. Y se escandalizan cuando les digo que no estoy seguro del grado. Pues ese es precisamente el tipo de astrología al cual ansío renunciar. Conozco mi propia carta y sé exactamente cómo es, pero no tengo por qué ser una efemérides ambulante. A este tipo de astrología ya he renunciado. Preferiría más bien seguir profundizando en mi propia alma. Eso, para mí, es una pasión, y no quiero renunciar a una pasión. A lo que he renunciado ya es a ese tipo de astrología que me limita, a la astrología de la dependencia, a la astrología umbilical, y quisiera animaros a hacer lo mismo tan pronto como os sintáis preparados para hacerlo. Muchos astrólogos siguen llevando su carta a todas partes, como la palma de la mano, para mostrarla. No es que eso esté mal; es una fase, una fase natural por la que todos hemos pasado. Lo primero que yo hacía cada mañana, y lo último que hacía cada noche, era mirar mi carta: “Ah, Neptuno se ha desplazado un minuto más de arco. ¿Qué deberé hacer mañana?” Es una fase natural que ya pasará, pero cuidad de no tirar el grano junto con la paja, porque el grano os dará una excelente cosecha.
PUBLICADO POR ANA M. FERNANDEZ VUONO
PRENSA DE MANTRA PRODUCCIONES – Buenos Aires, República Argentina 23 de Diciembre de 1999
¿Podría hacer una breve introducción de cómo funciona Casa XI en el área de la astrología y en qué se diferencian del resto, si es que hay una diferencia?
Creo que la hay; la diferencia posiblemente esté en que yo fui formado en la astrología desde chiquito, y de alguna manera conozco muy bien el camino y sé de es lo que le pasa a una persona estudiando astrología y cuáles son los puntos de cristalización y cómo le afecta a uno la astrología.
He investigado mucho cómo el contacto con lo esotérico en general afecta a las personas.
Para decirlo rápidamente, creo que lo esotérico muchas veces es una coartada muy grande para la neurosis; es muy común que la persona que entra (o es llevada) a aquellas zonas que están más allá de lo habitual en la cultura, aún genuinamente, no esté preparada para hacerlo y se descompense psicológicamente de una u otra manera, y hay muchas triquiñuelas cuando uno investiga estas cosas en cuanto a sentirse superior o que se está más allá de los problemas habituales, que se ha trascendido el nivel psicológico (cosa que es muy común escuchar). En general esto produce grandes disociaciones y enrigidecimientos.
Lo que observé a lo largo de mi vida, específicamente con la astrología, es que la astrología tradicional tiende a reforzar el anhelo de control característico del ser humano; querer predecir, querer saber lo que va a pasar, creer que se sabe exactamente cómo son las demás personas, tenerlas clasificadas, e incluso después, en la práctica de la astrología, ejercer mucho poder sobre el consultante: suponer que el astrólogo sabe cómo es esa persona y qué le va a pasar, crea un factor de mucho poder y de mucha manipulación.
En mi observación de todo esto también apareció con mucha claridad qué es lo que le pasa a la persona que hace eso; cómo se va poniendo rígida, cómo pierde sensibilidad, cómo pierde contacto. La astrología, a diferencia de otros caminos, tiene una tendencia a llevar hacia el plano mental con mucha fuerza, y muy habitualmente eso facilita hacerse rígido y empobrece mucho.
Cuando Casa 11 comenzó, la idea básica era no crear un lugar que tuviera que ver con la astrología tradicional, sino un lugar en que se pudiera preservar el misterio de la astrología, en el sentido de poder mantener vivo el hecho de que, si la astrología existe, es porque hay una relación «viviente» entre el cielo y la tierra, entre las estrellas y el ser humano; que la astrología no es un conocimiento, no es una herramienta para que el ser humano sepa más y controle más, sino que creo que es al revés, es un misterio, y si uno entra correctamente en ese misterio, la astrología lo transforma a uno, lo pacifica profundamente, y lo lleva a un punto de enorme contacto con los demás seres humanos, con la naturaleza, con el cielo, en el cual uno se da cuenta de que no es para nada necesario preocuparse por el futuro.
Yo creo que esta es la paradoja con la cual se intentó construir Casa XI: desarrollar un contacto con la astrología que haga que el astrólogo no sienta necesidad de saber el futuro.
¿Cómo convive con los astrólogos tradicionales? ¿Es criticado?
Desde un punto de vista, uno escucha críticas, bastante fuertes a veces, pero yo creo que a esta altura lo que hay es una sensación de respeto; puede haber discrepancias, pero no ataques, por lo menos no lo siento así.
Lo que hacemos en la Casa 11 es muy sincero en este sentido, en el sentido que yo sé profundamente lo que le pasa a un astrólogo porque fui astrólogo «predictivo», estuve obsesionado con el futuro, y cometí todos los «pecados» de la astrología; así que esto es «desde adentro» digamos, no es «desde afuera»; es una profundización, no una crítica.
Es cierto que fui formado muy tempranamente en lo que se llama astrología esotérica, en una percepción completamente distinta desde el principio, pero de todos modos la práctica de la astrología me llevó a tocar estas complejidades.
¿Cuál es su opinión sobre ellos? Cómo ve al astrólogo de la línea tradicional? ¿Cree que la astrología predictiva miente?
Mi observación es que a esas personas se les ha entregado un maravilloso diamante y lo utilizan solo para cortar vidrio; es como si tuvieran una joya inmensa y con ella se dedicaran simplemente a tener una vidriería; es la sensación de que están en contacto con algo que no logran soportar.
Si uno se toma en serio la astrología, tiene que sentir en todo el cuerpo que toda la cultura humana está hecha al revés, y eso no es fácil de soportar; comprometerse en serio con la astrología produce cambios emocionales y corporales muy grandes, sino no se puede hacer.
¿Es decir, la astrología es un proceso de transformación?
Absolutamente. La astrología es la patentización de que el ser humano y el cosmos son una unidad; esto no puede ser algo mental, algo intelectual, no es algo racional. Es algo integral, algo existencial, y cuanto más investigás en la astrología más tenés que revisar los «supuestos» anteriores.
Uno entra de una manera y la astrología lo va transformando a uno. Si no ocurre esto es que uno tomó la astrología como un instrumento y no se deja transformar; convirtiéndose la astrología en un apéndice de lo que uno era antes. Justamente ahí es donde nosotros apuntamos: que la astrología lo transforme a uno y haga que el que la estudie, básicamente tenga que encontrarse profundamente con sus miedos, esos miedos que hacen que uno quiera controlarlo todo y quiera saber todo.
¿Qué elementos utiliza la astrología para ese proceso de transformación?
Nosotros hacemos un trabajo que pone mucho énfasis en lo vivencial; trabajamos con visualizaciones, imágenes, dramatizaciones, juegos, dibujos, música, el cuerpo, y además con lo racional: las matemáticas, la investigación, en el sentido de que es una articulación compleja.
Pero la herramienta principal es, digamos, cómo uno lee la carta natal: básicamente ésta es un mapa energético de una persona que puede funcionar de muchas maneras. Hay una forma básica en la que puede funcionar, pero eso cierto solo si uno supone que la persona va a reaccionar como reaccionan todos los seres humanos habitualmente.
La carta natal es un mapa de energías; y lo que le pasa a la persona es cómo reacciona a las energías de las que está constituida. Y uno puede aprender a responder a las energías en forma más integrada y en consecuencia suceden otras cosas, imprevisibles. Este es un concepto fundamental: la astrología tradicional dice que el mapa astrológico es lo que le pasa a la persona y lo que la persona es, y yo creo que no es así. La carta natal es una radiografía de la estructura energética de una persona, pero la psiquis y la personalidad de la persona reacciona a esta energía y en principio no la comprende, rechaza partes de sí mismo, se defiende del caudal energético del cual es portador, y entonces es como si la persona se ubicara en una porción de su carta natal; como si fragmentara la estructura energética y dijera «esto soy yo, y el resto de la carta natal no soy yo», «esto soy yo y esto es lo que me pasa»; éste es el enfoque habitual, que es fragmentario…
¿En una carta natal hay energías buenas y malas o hay distintos tipos de energía?
Bueno o malo es una manera de pensar profundamente incorrecta; no hay nada bueno o malo, lo que hay son intensidades y complejidades a las cuales es más o menos difícil adaptarse.
Hay «instantes de nacimiento»; es como si hubiera una configuración energética en cada momento; ahí nace una persona. Ese momento puede tener una intensidad y una complejidad muy grande, puede ser muy difícil para vivir, puede ser muy difícil cuando un ser humano encarna esa energía, porque es compleja, es muy rica, es muy intensa.
Desde el punto de vista de lo que los humanos definimos habitualmente como «felicidad», puede ser que ese instante sea «malo», pero lo que en realidad es incorrecto es la definición de «felicidad» que tenemos los seres humanos que es para todos la misma. Cada ser humano va a encarnar un cierto caudal de energía y va a aprender a lo largo de su vida cómo moverse con ese caudal, y en algunos casos eso es muy complejo, es como si esa vida llegara hasta cierto punto de aprendizaje y luego se bloquea, quedó ahí, pero quién puede juzgar si es bueno o malo. Ese juicio de «bueno» o «malo» viene de un paradigma que dice: «ésta es la felicidad y esto es lo que tendríamos que ser».
Me dice que «bueno» o «malo» no, pero por otro lado hay un proceso de transformación; ¿transformación de qué?
Transformación tiene que ver con cómo se transforma la conciencia, la mente de la persona, la capacidad emocional, la estructura corporal, como para dilatarse y poder «vehiculizar» más energía, de la energía que le corresponde.
Generalmente es como si nos achicáramos o restringiéramos, y entonces se puede ver que, por ejemplo, una persona tiene mucha energía de Plutón y esto hace que la persona tenga cierto esquema corporal, el esquema corporal de resistencia a ello, no de entrega a ello.
El cuerpo se contrae, las emociones circulan de cierta manera, toda la energía circula de cierta manera, se forman ciertas ideas que están ligadas a esa estructura que son arquetípicas, que es cómo la humanidad ha encarnado históricamente esa intensidad, y todos los seres humanos se tropiezan con esa piedra en ese punto, y entonces uno tiende a creer que Plutón es eso, y Plutón no es eso. Esa es la piedra con la cual todos los seres humanos tropezamos cuando encarnamos la energía de Plutón.
El tema es ir encontrándole otra vuelta, aprender a significarlo de una manera diferente, dilatar el sistema emocional para que esto circule de otra forma y trabajar incluso el cuerpo como para que eso se pula; porque en este caso, diciendo Plutón, se trata de una persona que tiene una intensidad muy alta, y cómo va a vivirla, o sea: ¿podrá esa persona descubrir todos los malos entendidos, todas las dificultades que los seres humanos históricamente hemos tenido para encarnarla, y hacer un movimiento nuevo?
¿Uno debiera hacerse vehículo de la energía que trae en una carta natal?
Uno es vehículo de esa energía, y generalmente es un vehículo «pobre», digamos, y todos los conflictos surgen que a uno, para lo único que le da, es para ser un vehículo «pobre». En la medida en que algo se dilata, se entrega, cede en cierta manera de desear, pensar, sentir, lleva a que la energía circule de una manera cristalizada; algo circula con mayor libertad y creatividad y ahí el astrólogo ya no puede predecir. Esa persona se comporta de una manera más creativa. Se puede predecir el tipo de energía que está en juego, pero no cómo la va a vehiculizar, qué va a hacer con ella la persona.
¿En qué beneficia hacerse una revolución solar?
Lo difícil para la persona que hace astrología es que la persona que viene a consultarlo está en otro paradigma.
Una persona generalmente pregunta por su felicidad, por objetivos que no son singulares de ese ser, sino por los objetivos colectivos, digamos; y la persona que viene a consultar, en principio no se acerca a un proceso de singularización, es decir de comprender que hay una fuerza en esa estructura energética que lo está llevando al núcleo de sí mismo, y que para eso muchas veces frustra sus deseos conscientes.
Y tiene que frustrarlos, porque si no lo hiciera, la persona no sería sí misma.
Uno en la experiencia ve una carta natal y es como si viera que una persona tiene potencialidad de ser una violeta, otra es un lirio, otra una orquídea, y lo malo es que todos quieren ser rosas; y la gente sufre porque no es una rosa, y no puede aceptar que una violeta es distinta de una rosa: es más chiquita, no tiene espinas, es distinta; entonces todos quieren ser rosas, y ahí hay mucho sufrimiento.
Hay sufrimiento en lo que le pasa a la persona, hay algo de su potencialidad que no se expresa y eso provoca un destino complejo. Para poder aceptar su propia naturaleza tienen que pasar cosas que vayan en contra del camino de la rosa; el camino de la rosa es una ilusión.
Todo esto es sumamente complejo, porque la persona que viene a hacerse una carta natal y después se hace la revolución solar, lo que te está pidiendo es: «¿voy a ser rosa?».
Y, ¿qué le se le puede decir? O sea, ¿cómo se le da volumen a esto? En ese sentido, creo que la práctica astrológica está todavía muy condicionada con esta cosa extraña de que uno consulta al astrólogo, hace la carta natal, una entrevista de dos horas, y el astrólogo le tira un «baldazo» de cosas que la persona no puede asimilar; y después una vez por año va y hace su revolución solar. Creo que eso es muy pobre.
Nosotros hemos intentado mucho introducir otro paradigma de entrevista que es hacer varias entrevistas con el astrólogo, espaciadas en el tiempo, y tomarlo más como un seguimiento, como un acompañamiento de un proceso que cada tanto en el tiempo es bueno que la persona vuelva a hacer como un trabajo de afinación, digamos.
Recibo toda esa información y ¿qué hago después con todas estas energías que me dice que tengo?
Claro, eso no te va a cambiar nada; es mucho más pertinente decir muy pocas cosas y apuntar allí al punto donde la persona está fija, donde la energía no circula porque se ató a algo. Si eso se destraba, la energía circula sola y empiezan a pasar cosas solas, el astrólogo no cuenta para eso, es la vida de la persona la que actúa, porque algo se destrabó. Y eventualmente es bueno, que esa persona vuelva a consultar después de cierto tiempo, a ver cómo esto se va acomodando, cómo puede comprender ese movimiento de reacomodamiento.
¿Tiene elementos el astrólogo para ayudar a una persona a destrabar esa energía que puede estar trabada?
Si el astrólogo hace un trabajo profundo consigo mismo y habla desde el corazón, sí. Lo que no creo que haya que hacer es dar consejos: «tendrías que hacer esto», «tendrías que hacer lo otro»; creo que todo eso es muy pobre. Pero hay un momento en el encuentro o la entrevista en que si el astrólogo realmente habla desde el corazón, se toca muy fácilmente la piedra en la cual todos tropezamos; si el astrólogo ya pasó por ahí, si sabe de qué se trata (de alguna manera tiene que saber de qué se trata, porque si no el consultante no vendría a consultar a ese astrólogo; para la astrología todo encuentro es un destino, las cosas no se dan por casualidad, tiene que haber una afinidad de destino para que se produzca un encuentro), si el astrólogo juega a fondo esa afinidad del destino, ahí se mueven cosas.
Hablando de destino; la astrología y el destino, ¿cómo andan? Ya estaríamos en el terreno predictivo…
Para aclarar en este sentido, utilizo esta frase: «El destino es lo que ignoro de mí mismo»; la sensación de destino es la propia naturaleza que va floreciendo, que va emergiendo. Esto es lo que uno es; lo que uno es, va apareciendo, y uno no sabe quién es, lo va descubriendo, y uno habitualmente se asusta al descubrir quien realmente es.
Alguna vez se le dio por fijarse cómo es la carta natal de una persona cuando nace y cuando muere, si hay algo que llame la atención o no? Es decir, la persona viene con una energía, y cuando se va ¿con qué se va? ¿Se han hecho estudios sobre esto?
La carta natal es la misma, lo que se podría ver es cuáles son los tránsitos y cuál es la dinámica de la carta natal en ese momento. Lo que se modifica no es la estructura energética; lo que se modifica es el modo en que una persona la encarna. Astrológicamente, es como si hubiera algo en nosotros que es atemporal, que es eterno, que dura toda la existencia, que es esta energía. Lo que va cambiando es el modo como se expresa.
¿Se va mejorando la energía con la que vinimos?
Ésa es la idea; se puede expresar con mayor integralidad, con mayor intensidad, más sutilmente, o la persona va a quedar envuelta en las contradicciones, en los nudos de esa energía no pudiendo expresarla o expresándola pobremente. La idea básica es eso: la energía que no expreso, me sucede desde afuera.
¿Así fuera malo?
«Malo»… es que no es malo, es equilibrante.
Hablemos de la agresión, por ejemplo…
Eso, hablemos de la agresión. Una persona tiene mucha energía de Marte, por ejemplo; y esa persona, por alguna razón de su carta, y de la cultura, y porque quiere ser rosa, dice «no, no, pero yo no soy violento, yo soy pacífico». Esto es falso, esa persona tiene mucha energía de violencia y tiene que comprenderla, tiene que trabajarla y tiene que sutilizarla, pero primero tiene que aceptarla, porque esa energía está aunque no le guste.
Esa energía que inicialmente es de violencia, también es energía de decisión, definición, de acción. Ahora, si la persona por alguna razón dice «no, no, no, yo no soy violento», eso no es cierto; es su creencia de que no es violento. Hay violencia en su vida: entonces, es muy tranquilita, y viene un auto y lo choca, porque tiene que haber violencia. Otros encarnarán esa violencia para uno y la persona vibrará con violencia; porque choco, porque me asaltan, porque me golpean; yo no fui, es el destino.
¿Cómo tiene que tomar una persona que lo chocan, que le roban…?
Tiene que tomarlo como una indicación de quien realmente es; que hay energía de violencia en ella aún no comprendida, «obligatoriamente»: la persona tiene que vivir en su vida la vibración que es. Si yo me niego a vivirla, a aceptarla y trabajarla, esto sucede a mi pesar.
¿Qué sería negarse a vivirla?
Yo tengo una vibración por ejemplo que es muy deseante, de mucha fuerza, de mucho empuje. Yo me niego a vivirla: medito todo el día. Pero está en mi vida; alguien la encarna, entonces viene alguien y me roba, o maneja otra persona y choqué. ¿Por qué? Porque hay una carga vibratoria que tengo que vivirla; en la medida que yo no la expreso, no puedo trabajar con esa energía y sutilizarla, no aprendo de ella y se me impone fatalmente.
¿Cómo tendría que trabajar con esa energía?
Primero, reconocerla; después, darme cuenta del miedo que le tengo a la violencia, al deseo. Aceptarlo e irlo integrando con el resto de mi estructura. Al principio voy a creer que soy una especie de monstruo agresivo; ¿por qué?, porque estaba separado de mí y yo construí una imagen de mi en oposición a eso. Después esto se va a integrar, se va a diluir y va a entrar en proporción; y en la medida en que se vaya integrando, esto que al principio aparecía como violencia desmedida se va a convertir en empuje, decisión, capacidad de acción.
Pero si yo tengo mucho Marte, seguro que soy una persona muy dinámica; ahora, el primer paso de una persona muy dinámica es hacerse cargo de la violencia que hay en ella, porque si soy dinámico quiere decir que invado, ¿se entiende? Pero si yo digo «no voy a invadir nunca», no soy dinámico; yo tengo que comprender la energía de la violencia, comprenderla en mí; no juzgarla, diciendo «esto es malo, entonces no quiero serlo»; no puedo hacerlo, porque está en mi.
¿Está y se transforma, o sale por otro lado?
Está; si no hago nada, esto va a estar en mi vida; lo va a encarnar otro y lo voy a padecer. Si lo acepto, tomo contacto con ello y aprendo de mi Marte, por decirlo así, eso se despliega, evoluciona, se sutiliza, y se va convirtiendo en los niveles más creativos de Marte, o cualquier otro planeta.
La fama de los escorpianos…
Lo que existe es una totalidad que nos muestra que son necesarias las doce partes del zodíaco, que cumplen una función que tiene un sentido; cada signo tiene su función, cada signo tiene su sentido. El tema es comprenderlo. Por supuesto que en este paradigma humano de que todos queremos ser rosas, uno dice «todos tendríamos que ser de tal signo, y tal otro es un horror», pero esto es así, es como si dijeras que todos queremos ser rosas y entonces el que nació cala que se mate. Pero eso es no comprender la naturaleza de las cosas.
Cómo funcionaría el tema de los opuestos en los signos; es decir, qué debiera yo observar en mi signo opuesto, y cómo interactúan energéticamente hablando?
Bueno, ése es uno de los conceptos fundamentales. Cada signo está íntimamente ligado a su opuesto; comprender el signo opuesto es comprender la propia naturaleza, porque la energía es oscilatoria; no es algo que está fijo, sino que se mueve y circula, y siempre va de un polo al otro polo; si yo no comprendo el otro polo, cuando la energía va hacia el otro polo me tensiono, algo entra en conflicto.
La comprensión de los opuestos es esencial en el trabajo de integración; esto lo trabajamos nosotros en el segundo año del estudio, en el primer año se estudian los signos como en secuencia (Aries, Tauro, Géminis, etc.); en el segundo año se los vuelve a estudiar, pero por polaridades (Aries-Libra, Tauro-Escorpio, etc.). Eso permite ir comprendiendo el ritmo implícito que tiene la energía, la energía siempre va a ir hacia el opuesto y va a volver, pero en el momento en que va hacia el opuesto, como yo no lo reconozco, ahí antagonizo y ahí se arma un conflicto. Más profundamente uno después va descubriendo que la energía se mueve en cruces, en triángulos, en forma de flor.
Esto de los ritmos, de la energía que va y que viene; este «ir», en un signo opuesto al mío, ¿qué es lo que yo más tengo que observar: aquello que me molesta, aquello que es una virtud del otro signo? Por ejemplo, ¿qué pasa si yo me empiezo a relacionar con mucha gente de mi signo opuesto? Sería llamativo, tendría que estar atenta a ver qué se me muestra?
Para simplificarlo, digamos que si yo tengo mucha carga con cierta persona o con cierta energía, que me atrae muchísimo, o la detesto, eso está indicando que hay algo que está resonando en la propia estructura que yo no reconozco en mí. Hay una carga muy fuerte que está puesta allí «afuera», y ese es un indicador de una energía que está en mí y que no está siendo reconocida. En principio, uno es atraído por las personas, de esta manera ambivalente digamos, le suceden como el peor enemigo o le suceden que se enamora de ellas, con estructuras energéticas que uno tiene negadas.
¿Debiera reconocer en el otro algo propio?
Debiera reconocer en el otro eso que me molesta; esto es fundamental. Un efecto típico del alumno de primer año que estudia astrología es que comienza a estudiar los signos y dice «ay, sí, tal signo es horrible, los brutos de los arianos, los posesivos de los taurinos, los superficiales de los geminianos, los soberbios de los leoninos, etc.»; todo el mundo habla mal de todos los demás signos. En el mismo final del primer año ya algo se desarma; digamos que es clave comprender que todo signo tiene ciertas cualidades, y por el solo hecho de tener ciertas cualidades tiene ciertas dificultades, tiene máximos y mínimos, ninguna parte es perfecta, solamente la totalidad puede ser perfecta, y para que la totalidad sea perfecta, yo tengo que tener comprensión y capacidad de juego y fluidez con todos los demás signos.
¿Ahí estaría la trascendencia?
Claro, pero el primer paso de la trascendencia son los vínculos. En la astrología se estudian los vínculos; lo que me pasa con las personas es una radiografía de la estructura interna y de la mayor o menor capacidad para resonar con el conjunto del universo. Si uno quiere resonar con las estrellas pero no resuena con la persona que está al lado, ahí vamos mal. En la astrología se ven los vínculos como una unidad; cósmicos y personales al mismo tiempo.
¿A quién tendría que estar prestando más atención desde lo energético y desde lo que tiene que ver con esto de los signos: a mi signo opuesto, o simplemente a un signo con el que siempre me fue mal o con el que nunca me llevé?
Para empezar, como algo muy elemental digamos, si yo detesto sistemáticamente a un signo, empecemos a trabajar allí. Ciertas características de personas que recurrentemente vienen a mi vida y a mí no me gustan, trabajemos allí. ¿Cuál es el principio? El principio es que energéticamente yo voy a estar siempre en equilibrio; energía que yo no encarno, me encarna otro para mí, porque tiene que haber equilibrio. Pero como yo me llevo mal dentro mío con esa energía, también me voy a llevar mal afuera, voy a tener siempre afuera alguien con el cual me voy a llevar mal. Si uno descubre eso, descubre que el afuera es un espejo del adentro, el cómo me llevo con las personas pasa a ser esencial, no es un problema moral o de buena conducta, es un problema de salud energética. Diríamos: uno, en estado de salud profunda, no se lleva mal con nadie, no puede llevarse mal con nadie, porque hay una capacidad de contacto con todo lo que lo rodea a uno.
Puede haber mayor o menor afinidad, pero no es un problema de ser bueno o de ser malo; es un problema de integración. Un ejemplo: un signo del cual uno tiene que aprender mucho es el signo del ascendente, es algo que va apareciendo y siempre hay muchas personas en la vida de uno que encarnan esa energía. Capaz que una persona que tiene mucha energía del signo del ascendente me hace algo que es terrible, me hace algo malo, y yo quedo muy mal con eso. Ahí, el punto fundamental es: ¿puedo comprender cuál es el miedo que hace que esa estructura energética se comporte de esa manera que me hizo mal? Porque hay una razón profunda, no porque es mala; entonces yo voy descubriendo cómo esa estructura energética que yo tengo esta ligada a ciertos miedos, ciertas conductas que hacen sufrir; entonces puedo comprenderla profundamente en mi. Después arreglaré cuentas con ella, pero hay que ver que tuvo un sentido profundo ese desencuentro, tiene la cualidad de hacerme comprender un aspecto de mí mismo que hasta ese momento estaba en sombra o a oscuras.
Entonces, ¿cómo tendríamos que tomar el tema del ascendente?
El ascendente es una energía que yo tengo con mucha fuerza pero que generalmente no me identifico, no me reconozco en ella y no la expreso plenamente; entonces me pasan muchas cosas relacionadas con el ascendente, y en esas cosas que me pasan está la energía que tengo que aprender. Por ejemplo, si soy ascendente en Aries, es posible que conozca muchas personas violentas, o deportistas, o muy rápidas o muy invasoras. Al principio eso me asusta, pero después iré descubriendo que eso forma parte de mí.
¿Tiene alguna relación con los conceptos de Alice Bailey?
Sí, fui formado en la línea de Alice Bailey.
¿Hay información esotérica en la carta natal?
La astrología es un lenguaje; es un sistema simbólico altamente efectivo para distinguir vibraciones. Digamos que es una distinción de vibraciones de tipo mental, básicamente. Los colores, por ejemplo, son una distinción de vibraciones de tipo astral; es a través de otro vehículo, así como hay casos de personas que hacen una distinción auditiva de la vibración.
La astrología es un código de tipo mental, pero que tiene sus equivalentes; por esto nosotros trabajamos con visualizaciones. En ellas cada signo tiene su color, hay colores, sonidos, texturas, hay «sensorialidades» ligadas a cada signo. Lo que tiene la astrología es que, al ser un mapa muy global, es muy complejo y muy rico; es como un holograma muy complejo que no se reduce con mucha facilidad a uno o dos colores. Es un tapiz de muchas hebras, y además te va mostrando el ritmo cíclico de ese tapiz; puede ser que en un momento predomine una cierta coloración y en un momento otra. Ése es el tipo de información relativa a la energía que te da la astrología: con otro tipo de sensibilidad y de lenguaje, uno capta de otra manera, por otros caminos. En un punto, una persona con una sensibilidad muy alta puede captar cualidades muy sintéticas, a través del color, o la vibración o lo que sea; la astrología, en este sentido, es más analítica, tiene más que ver con una serie de detalles y con una estructura compleja. Creo que son caminos que llevan al mismo lugar y que expresan distintas cualidades, distintos tipos de sensibilidad.
¿Qué está pasando a nivel planetario que hubo todo un movimiento en el año 99′ con el 11 de agosto; qué está pasando ahora con el cambio de milenio qué viene; cuál es su opinión sobre este tema? O sea, hay una astrología para el planeta, también.
Yo diría que estamos en un momento extremadamente rico; limitándolo un poco, lo pondría desde principios del año pasado hasta mayo del año que viene. Desde el punto de vista astrológico hay un cierto tipo de concentración de energía que yo creo que tiene que ver con una definición muy profunda, como que algo se está definiendo muy profundamente en muchos niveles, para cada individuo, en lo colectivo y en la civilización, en la relación entre el ser humano y el resto de la naturaleza, en la materia de la tierra. Si vamos a hablar con mucha amplitud, acá se están produciendo movimientos que tienen que ver con que la Tierra está entrando más en contacto con el Sistema Solar, está expresándose en un nivel más profundo, está entrando en resonancia mucho más grande con el Sistema Solar, y esto implica una crisis para la Tierra, para el «ser» de la Tierra, no solo para la Humanidad, que es una parte de ella. Esto implica una crisis para todos los reinos de la naturaleza y una transformación.
Desde el punto de vista de la Humanidad, creo que es muy difícil hablar de esto, porque acá hay un cambio de era, y esto implica un cambio total de lo que creíamos que era lo verdadero; entonces al que está muy identificado con las creencias y lo que era verdadero en el ciclo anterior, lo que viene le parece abominable; está esperando que suceda un cataclismo para que se le confirme que la cosa no va para el lado «horrible» que él está viendo que va. Yo creo que la verdad no es un punto fijo, la verdad cambia; lo que le parecía verdadero a la limitación de la conciencia humana (por más excelsa que haya sido) en un ciclo anterior, de pronto descubre otra cosa nueva, porque se va revelando algo más complejo y más rico, que antes no podíamos verlo. Entonces, en este sentido, yo creo que va a emerger mucho más cierta cualidad propia de la especie humana que es el pensamiento; yo creo que al pensamiento hay que entenderlo no como un fenómeno humano, sino como un fenómeno planetario, digamos; es la Tierra la que crea al hombre y es la Tierra la que hace que el hombre haga ciertas cosas. Todavía creemos, tanto desde la omnipotencia como desde una supuesta sabiduría, que el ser humano puede hacer lo que quiere, y esto no es cierto; el ser humano es una expresión de la evolución de la Tierra y tiene sus límites para moverse; la energía de la Tierra es la que está manifestándose, y creo que se está manifestando un momento de la energía de la Tierra que es transformarse a sí misma a través del pensamiento. La Tierra -como parte del Sistema Solar- creó el pensamiento en el ser humano y a partir de eso se transforma a sí misma, se altera a sí misma, hace cosas que no podría haber hecho por otro camino. Y esto es un nivel; es un nivel de algo que evolutivamente se expresa, y esto tiene que ver (creo yo) con esta explosión tecnológica. La tecnología no es un fenómeno humano, es un fenómeno planetario; es la vida de la Tierra que hoy es tecnológica. Dentro de esta evolución, creo que muchos seres humanos van a identificarse plenamente con este movimiento, con encarnar este pensamiento manipulador, esta energía de tercer rayo (si leíste a A. Bailey); la van a encarnar y esto va a crear cierto tipo de civilización, y esto es lo que tiene que ser en esta etapa, aunque también en ese movimiento hay una desconexión muy profunda con algo esencial; pero al mismo tiempo creo que, como en ninguna otra época, va a haber una masa crítica de seres humanos que van a expresar otra energía mucho más sintética y de correcta relaciones, que va a ir balanceando este movimiento.
Creo que estamos en un punto crítico; desde el punto de vista individual, es un momento de definición, para qué lado va uno; si va a engrosar este torrente de pensamiento frenético que crea y combina, crea y transforma, o si va a engrosar la fila de lo que equilibra esto, que es una energía de mayor sensibilización, una captación de globalidad, un compromiso más profundo con el florecimiento de todo lo que existe. Esto no es ni bueno ni malo, es responder a la naturaleza profunda de las cosas. Pero en este sentido creo que estamos en un momento crítico desde lo individual; va a haber muchas definiciones en este sentido.
Más concretamente, cuando habla de definiciones, ¿qué es lo que quiere decir?
Quiero decir que es como una divisoria de aguas, no en el sentido arquetípico y soberbio de que éstos son los elegidos y éstos son los réprobos, sino de que habrá un predominio de cierta modalidad de energía, y otros tendrán la posibilidad de encarnar una energía que es más compleja, difícil de vivir, pero que es imprescindible para el balanceo evolutivo. Puede ser que uno se identifique con lo dominante y gire ahí; puede ser que haga un movimiento más complejo y más rico, y que esto balancee más. En este sentido, cuantas más personas hagan el movimiento más integrado y más rico, más balanceado va a estar todo.
De no ser así, ¿qué pasaría?
De ser así, creo que hay una oportunidad de que el hombre desarrolle mucho su nivel mental y al mismo tiempo se abra en un nivel que podríamos llamar «espiritual»; si no hay suficiente nivel de masa crítica de personas que se abran en un nivel espiritual, (esto es como una puerta que está abierta y se va a cerrar); en diez o quince años más esa puerta se cierra, y no se produjo cierto equilibrio, la Humanidad va a girar por un largo ciclo en un gran poder mental, pero pobre espiritualmente. En ese sentido creo que es un momento muy importante; ya no tiene que ver con la voluntad, tiene que ver con la disponibilidad.
No creo que nadie pueda hacer algo desde su voluntad en este período porque lo espiritual tambien va a ser distinto a otras épocas, sino estar disponible y no asustarse; si podemos responder a algo que nos lleve hacia lo desconocido; hasta donde alcanzo a percibir yo, la clave está en entregarse a lo desconocido, en entregarse a algo que uno creía que no iba a ser para uno. Esto es una clave de que algo se está abriendo, de que algo está saliendo de los patrones viejos y de que algo se está integrando.
¿Por qué dice que es hasta mayo del 2000?
Es que hay una gran concentración en el signo de Tauro; cuando hay mucha concentración en Tauro es que hay mucha definición, es como si algo definiera una dirección. Es un punto de mucha tensión, un punto crítico, en el que puede haber una gran crisis, pero que fundamentalmente es como si algo se acumulara con mucha intensidad y entonces define inexorablemente. Pero si antes de esa definición, uno se asusta, o se achica, entonces la cosa se le puede venir encima.
¿La astrología nos lleva a una espiritualidad?
¿Qué hay más espiritual que darse cuenta en cada momento de que uno es una partícula de una red que abarca todo el Universo? La astrología es espiritual; su origen es eso. Volviendo un poco al principio de la conversación: cualquier astrología que oculta esto, es que uno se apropió de la astrología, que uno la recortó. Lo importante es tener presente el origen de la astrología, porque a veces uno se confunde y cree que el origen de la astrología es la capacidad humana de darse cuenta de que puede predecir el futuro, y no es eso; lo que hace es que el ser humano de pronto se da cuenta de la realidad. Por supuesto que cuando nos damos cuenta de la realidad, lo primero que tendemos a hacer es aprovecharnos de eso; es nuestra miseria.
Cómo se lleva el horóscopo tradicional con el horóscopo chino? ¿Hay concordancias, no las hay, cuáles son?
Bueno, yo no soy un investigador dedicado a investigar en profundidad la astrología en diferentes culturas, pero distintas civilizaciones han encontrado correlaciones entre lo que sucede en la Tierra y lo que sucede en el cielo, con ángulos ligeramente distintos. El horóscopo chino responde a algo mucho más colectivo; la civilización china tiene mucho menos percepción de lo individual en el humano, por eso es más global y por eso se habla de «el año del buey» o «el año del dragón», pero en principio hay equivalencias bastante fáciles de hacer, hasta donde yo he investigado.
¿Qué significa la palabra «horóscopo»?
Tiene que ver con la visión del tiempo. En griego «horos» quiere decir hora, período de tiempo, y «scopos» visión.
Estabamos hablando que desde la astrología se encuentra y se conecta con la espiritualidad. Para la persona que por ahí hoy está en búsqueda de un camino y que no sabe (porque uno a veces asocia que el estudiar astrología tiene que ver con una salida o con un desarrollo en esa área), ¿qué es lo que ofrece CASA 11 o de qué manera funciona para que una persona se acerque a estudiar astrología sin tener que ser astrólogo?
La mayoría de las personas que estudian en Casa 11 no entran a ella proponiéndose ser astrólogos, entran atraídas por un proceso en el que van descubriendo algo que por ahora los atrae pero que no es necesario que se comprometan profesionalmente con ello; y a esta altura, el que se anota en Casa 11 sabe que va a iniciar un proceso de transformación personal con la astrología. Por ejemplo, en Casa 11 estudian muchísimos psicólogos y psicólogas, que no es que vayan a ser astrólogos, sino que van a utilizar la astrología dentro de su trabajo, y mucha gente en general que lo toma como un camino de transformación personal. Y también personas que van a trabajar como astrólogos y que van a enseñar astrología. El espectro de salida es muy grande; lo que a mí más me interesa es el proceso de transformación personal; después cada uno encarna lo que tiene que ser.
¿Es bueno hacerle una carta natal a un niño?
Es un tema muy delicado, suele generar mucha ansiedad. Digamos que hay que ser muy buen jardinero para dejar que un chico florezca, más cuando uno pretende saber algunas cosas del destino de ese chico. Los padres se asustan mucho, los padres en general tienden a manipular a sus hijos, entonces «si el astrólogo dijo tal cosa, entonces…». Es algo muy riesgoso; quizás una civilización mucho más sabia podría utilizarlo como un camino maravilloso para que creciéramos mejor, pero con nuestro grado actual de torpeza, lo que yo he visto es que se lo toma como un instrumento más para el control consciente o inconsciente que los padres ejercen sobre los hijos. Es de mucho cuidado. Yo he trabajado mucho con cartas de chicos, pero trabajar con cartas de chicos siempre es trabajar con las cartas de los padres. Lo importante es: el chico nació en cierto ambiente energético por alguna razón, y lo que está aprendiendo a vivir es la energía que está en esa familia; para que el chico crezca y evolucione, tienen que cambiar los padres.
Las congestiones energéticas del chico son justamente las congestiones energéticas de los padres, que no permiten que cierta energía se manifieste alrededor de ellos; entonces todo trabajo que se hace con carta natal de chicos es con los dos padres, es fundamental trabajar sobre la mejor circulación de la carta de los padres. Eso automáticamente revierte en mayores posibilidades para los chicos para encarnar su propia energía.
¿Y si de niño me hicieron una carta natal y mis padres no cambiaron, cuáles son mis posibilidades al no tener toda esta información?
A ver, digamos una situación ideal: si los padres se van ampliando, van floreciendo, y la energía circula, los chicos tienen muchas más posibilidades; si los padres no pudieron hacerlo, el chico tiene un trabajo más fuerte por hacer, va a tener que hacer lo que los padres no hicieron, que es lo que sucede casi siempre. Poniendo las metáforas del principio: si papá y mamá se tropezaron en esa piedra, yo llegaré hasta esa piedra, tendré que no tropezarme, tendré que darla vuelta y seguir adelante; tomar el trabajo que ellos no pudieron hacer, y seguirlo. En este sentido la energía se hereda; mejor dicho la dificultad con la energía se hereda; el chico nace con vibraciones en general muy semejantes a las de los padres. Y si los padres se niegan a expresar ciertas energías, esta inhibición va a ser heredada en el chico. Si fuéramos más sabios y pudiéramos trabajar bien con nuestros hijos, lo que es trabajar profundamente con nosotros, les aliviaríamos el trabajo. Uno haría lo que tiene que hacer, y que el chico arranque desde donde le corresponde a él.
Algún día en la Humanidad habrá más conciencia de quiénes somos y qué energía venimos a expresar. ¿Dejará la astrología de ser una herramienta útil, o siempre está ahí al alcance de poder darme más información?
Yo creo que puede servir muchísimo para la educación, pero también sería el momento en que pudiera florecer una astrología más compleja. Hoy por hoy estamos centrados en la carta natal individual, y la carta natal no es individual; la realidad son redes de cartas natales. Lo más rico es hacer cartas natales de familias, de generaciones, donde uno ve cómo la energía va encarnando y va buscando salida y va tejiendo redes; yo creo que en el momento en que demos un salto de mayor integración, va a surgir una astrología mucho más compleja, mucho más esencial, y seguirá siendo útil para procesos colectivos y para comprender mucho mejor nuestra verdadera naturaleza. Imaginate si toda la Humanidad tuviera claro que hay procesos cíclicos y ciertos momentos de cambio que son necesarios, si esto fuera un patrimonio colectivo y los gobernantes estuvieran en contacto con los movimientos cíclicos de la energía; sería muy útil. Pero antes que eso, lamentablemente, algún gobernante se va a querer aprovechar de la carta natal para que su país crezca más que otro, y esas pavadas.
¿Se hace eso?
Y, eso se hace. Siempre sale mal, por suerte. Yo creo que esto es importante: que el que sabe astrología o se acerca a la astrología se dé cuenta de cómo la avidez del ser humano hace que le pida a la astrología algo que no se lo va a dar; es como una ilusión, es la ilusión del control. La astrología es mucho más rica, no tiene que ver con el control, pero por eso la astrología termina fallando para el que intenta controlarlo todo. Si no fuera así, la astrología hubiera sido aceptada por todos. ¿Por qué la astrología falla? Porque no está ligada al control, está ligada a otra cosa mucho más profunda que es comprender la naturaleza de ciertas corrientes energéticas y aprender a acompañarlas, aprender a navegar con ellas, hacer mejor los movimientos con la energía.
No pensar que «va a pasar esto, entonces voy a hacer lo otro para que no me pase, y con esto le gano a otro»; eso es una mala comprensión de la astrología, y ahí falla la astrología, y es bueno que falle; esto es lo que tendría que comprender un astrólogo. Primer punto: la astrología tradicional, que dice que puede predecirlo todo, eso no es cierto, ningún astrólogo predice todo. Si hubiera uno que puede predecir todo, a esta altura toda la civilización hubiera aceptado la astrología, sería incontrastable. ¿Por qué ningún astrólogo puede predecir todo, por que es mal astrólogo? No; es porque éste no es el juego, el juego es más complejo. Entonces hay algo que no vemos, y que uno dice «si uno fuera mejor astrólogo, podría predecir todo». No es así, el juego es mucho más rico, mucho más complejo, no está predeterminado en el sentido de que cree el astrólogo que lo puede predecir todo. Lo que puede predecir el astrólogo es cuáles son las condiciones energéticas que se van a dar, lo que no puede saber es cómo vas a reaccionar, y esto es fundamental. Yo creo que es importante que el astrólogo acepte que lo mejor que puede pasar, es que suceda algo que no haya podido predecir; porque eso quiere decir que los seres humanos están más abiertos, más libres, y dan respuestas más creativas. Si sucede lo que el astrólogo predijo, es que la persona se comportó estáticamente.
¿Hay la relación entre la astrología y el karma?
Yo creo que aquí habría que meterse mucho con la palabra «karma»; acá también hay un paradigma que hay que profundizar, si esto que llamamos karma es algo individual o algo mucho más rico y complejo. Tomando algunas cosas que hablamos, el karma esencial es el karma de la humanidad; decir «éste o aquel karma» es fragmentar. Uno podría decir que cada uno tiene que aprender a encarnar la energía con la cual ha nacido, y cada uno va a quedar atrapado en los conflictos de la mala comprensión de esa energía. Esta mala comprensión, ¿es individual, o es humana? Somos los humanos los que no sabemos qué hacer con la violencia, el deseo, con el poder… Uno podría decir que hay una historia, que hay cierto tema que es más importante en una persona que en otra, pero yo prefiero pensar en términos colectivos, de que lo que tenemos que aprender es a salir de la cadena de causas y efectos de las humanidad. No me gustan las cosas que hacen que se acentúe la sensación de estar separado de los demás.
Así como antes comentaba que la astrología no era predictiva, ¿qué sucede con el pasado? A veces se escucha que en la carta natal se pueden ver vidas pasadas. ¿Es correcto, o también caemos en la predicción?
Yo creo que es un problema de enfoque; esto depende de la formación y de las creencias de la persona que hace astrología, el condicionamiento de cada uno es lo que uno ve: unos hablan de vidas pasadas, otros pueden decir que lo que ven son arquetipos, estructuras arquetípicas que son estructuras colectivas que dibujan imágenes, escenas. Yo diría: ¿es la vida pasada de ese ser, o es el pasado de la humanidad lo que está condicionando a esa persona? Creo que son maneras que tienen su función y su utilidad, y te vuelvo a decir, a mí no me gustan, yo prefiero no ahondar la sensación de exclusividad, de «lo que me pasa es por mí»; ya estamos en la psicología, de «lo que me pasa es por mi mamá y por mi papa, si hubieran sido otra mamá y otro papá sería otra cosa…», esto ya es una historia, digamos; y después le agrego la historia de que en otra vida yo hice esto y no hice aquello otro, y por eso me pasa lo que me pasa, etc. Esto refuerza la sensación de ego, me fija en milenios de ego. Y eso para mí no resuelve las cosas; creo que un camino mucho más sintético es decir «no importa quién lo hizo o quién no lo hizo; lo hicimos». Los humanos matamos, odiamos, robamos, hemos sido crueles, llenos de miedo, posesivos; no importa si fui yo o fuiste vos. Fuimos eso y aún somos eso y todos tenemos que hacernos cargo de eso.
¿Qué cosas puede tomar la gente de la energía que se está moviendo ahora en nuestro planeta?
Bueno, desde un punto de vista, esto del fin de milenio es una ilusión (sea el año 2000 o el 2001), qué significa que un chino, un japonés, un judío brinden por el fin del milenio, porque no es así para ellos; es algo ilusorio. Sin embargo creo que es una ilusión útil, en el sentido que me parece que está transparentando una posibilidad en la Humanidad de que haga un ritual, un ritual de invocación, de abrirse a lo nuevo, de terminar con el pasado y abrirse a algo que es nuevo, que es desconocido, y entrar en otra etapa. En este sentido creo que es un ritual significativo; si uno puede tomarlo más allá de la forma, más allá del merchandising, creo que realmente es una oportunidad para hacer una celebración, un ritual de despedida de lo viejo y de estar disponible para lo desconocido y que entre lo desconocido a la Humanidad, y perder el miedo a lo desconocido y a lo que nos abre; en ese sentido creo que vale la pena.
Buenos Aires, República Argentina 23 de Diciembre de 1999
www.mantra.com.ar
Para más información acerca de Eugenio Carutti y de Casa XI visite www.casaonce.com
Fragmento de La Astrología como Ciencia Oculta. 1930. Editorial Kier. Oscar Adler
Seleccionado por Ale Bica alebica.blogspot.com
«Podría decirse que el mundo terrestre existiría aun sin constituir la experiencia de nadie, sin que nadie lo percibiese. Pero no es posible pensar lo mismo en lo referente al mundo de los sentimientos; no se puede creer en la existencia de procesos psíquicos que no fuesen experiencia psíquica particular de nadie. Y con esto, el mundo de Agua escapa a la esfera de la determinación objetiva.»
«Crearemos la ficción de un ser humano que sólo vive psíquicamente, la ficción del Hombre de Agua «puro».
Acaso nos acerquemos al máximo a la imagen de tal «Hombre de Agua puro» si recordamos el estado en que nos encontramos todos mientras dormimos y soñamos por la noche, pues en la esfera de lo onírico es donde vivimos una vida puramente psíquica.
El cuerpo físico ha sido dejado de lado; en nuestra condición de soñantes, ya no tenemos un organismo real y material; nuestro cuerpo material está acostado en la cama, pero, por cierto, no es el cuerpo que se atribuye el soñante, sino que éste tiene un cuerpo casi diríamos aparente, sometido a leyes totalmente distintas de las que imperan sobre su cuerpo físico. También han sido «dejados de lado», en cierto sentido, el «cuerpo mental» y el «yo». La vida del pensamiento ha sido reducida considerablemente y deja de funcionar según las leyes de la estricta lógica. En cambio los recuerdos cobran de inmediato una plasticidad de carácter onírico y se presentan en forma de toda clase de imágenes y figuras simbólicas que buscan su lugar en el medio onírico ondulante, o que, con bastante frecuencia, nos hablan por boca de seres creados sólo a estos efectos, apareciendo entonces en esos casos simplemente como palabras y frases que no son nuestras, sino que corresponden a ideas y opiniones de otros.
Y del mismo modo en que ha sido «despotenciado» nuestro pensar, también nuestro yo moral pierde realidad; ya no podemos «querer», sino que sólo podemos «desear»; a veces la despotencialización de nuestro yo va tan lejos que, por así decir, vemos nuestros destinos oníricos desde una atalaya invisible, como si fueran destinos ajenos o, como dice Rudolf Steiner, a menudo en el sueño no nos vivimos a nosotros mismos en primera, sino en tercera persona.
De modo que el «yo» y el cuerpo faltan en la vida onírica.
No es la voluntad, sino la vida de los deseos la que asume entonces la dirección de los episodios oníricos, y es, a la vez, el representante de aquello que en el mundo exterior es la ley natural, y en el mundo interior la ley moral.»
«Acaso –basándonos en los resultados de la investigación del genial onirólogo Simund Freud–, podamos considerar como la fuerza pulsora del mecanismo onírico total los impulsos volitivos y los apetitos. El contenido onírico se agrupa en torno de un elemento fundamental único, a saber: una positiva y otra negativa: se desea que ocurra o que no ocurra algo.
El deseo y el temor son los dos regisseurs [realizadores, directores] de la vida del Hombre de Agua.
«El hombre cree lo que desea y lo que teme.» Grabbe: Herzog Theodor von Gothland.
El miedo y la esperanza (el deseo) gobiernan la vida, y lo que en el mundo físico es respiración libre y falta de aire, es en la vida psíquica el sperare y el desperare, el «esperar» y el «desesperar».
Y así se forma un cambio periódico entre satisfacción psíquica e indigencia psíquica. Pero es precisamente este hecho el que revela un proceso que constituye el analogon de aquello que en lo físico significan la alimentación y la asimilación, la satisfacción y el hambre.
Pues, del mismo modo que el cuerpo físico tiene que tomar alimento material del mundo circundante, el cuerpo psíquico necesita de una especie de alimento psíquico, y este alimento sólo podrá tomarlo del medio psíquico que, por de pronto, configura para él el «prójimo» viviente.
El aire que respira, el alimento que toma, lo obtiene de su relación psíquica con el prójimo.
De lo expuesto hasta ahora, resultan dos importantes características. Una de ellas se refiere al comportamiento del Hombre de Agua con respecto al mundo material o a la realidad, en medio de la cual aquél se siente como un extranjero. Huye de la realidad; su problema principal no es el de cómo comportarse con respecto a ella, sino el de cómo huir de todo comportamiento al respecto.
La segunda característica es la de estar referido a los demás, la dependencia psíquica del «tú». Pero este «tú» tampoco es más que psíquico, es, como el propio Hombre de Agua, una entidad extraída a un cuerpo físico, de modo que su apariencia externa pierde importancia. La figura y el aspecto corporales, la posición social, la edad, la salud o la enfermedad, la inteligencia alta o baja, son factores secundarios, frente al interés, en una relación psíquica de carácter recíproco, de una «correspondencia», de la comprensión mutua por la alegría compartida y el dolor compartido.
Pero hay algo más.
La marcada dependencia de la relación psíquica con otros seres humanos y la ocupación intensa de esto, relacionada con los propios procesos psíquicos, crean un alto grado de sensibilidad psíquica, hasta llagar a lo «quejumbroso». De esto resulta una forma especial de «egoísmo», por ejemplo; antes bien podríamos caracterizarla con la expresión moderna de «egocentrismo». La preocupación constantemente alimentada por el miedo y la esperanza, la preocupación por la pureza de la propia vida psíquica, pone de relieve la forma de egoísmo del Hombre de Agua. No la dicta ninguna clase de ventaja material ni tampoco se crea a costa de tipo alguno de ventaja. El egoísmo del hombre de Agua pertenece puramente a la esfera del sentimiento; el Hombre de Agua quiere probar hasta el final el placer y el dolor; en el placer y el dolor, y en la forma en que los experimenta, el Hombre de Agua quiere vivirse a sí mismo lo más intensamente posible, quiere gozarse y olvidar, con ello, la «realidad». Esto convierte al Hombre de Agua en un ser de la irrealidad, en un romántico de la vida, en contraste con el Hombre de Tierra, a quien llamamos el clásico de la vida. El Hombre de Tierra quiere «completar»; el Hombre de Agua huye de toda «terminación», pus esto significaría el despertar de su vida onírica, el fin de su fabuloso mundo mágico.»
«Decíamos que el soñante no tiene cuerpo físico, sino tan sólo un cuerpo aparente, por cierto nada idéntico al cuerpo real. Y esto nos lleva a otra comparación que, a primera vista, parece grotesca, a la comparación con un sinnúmero de otros seres vivientes que tenemos al alcance de la mano en nuestro medio ambiente, y que, a la manera de nuestro ficticio «hombre psíquico» u Hombre de Agua, viven en este mundo desprovistos de cuerpo físico; estos seres vivientes son los «animales». El animal vive en este mundo, por así decir, «descorporizado», porque le falta la relación con el «yo», la única relación que podría convertir el cuerpo animal en «su» cuerpo. El animal no sufre en su propio cuerpo más que lo que sufre en el mundo exterior, el cual se le manifiesta únicamente bajo la configuración de tal «sufrir». La piedra que lastima al animal «duele» tanto como la parte afectada del cuerpo del animal. Para el animal no hay «mundo exterior» opuesto a un mundo interior, no sabe diferenciar entre lo «interior» y lo «exterior», de modo que tampoco tiene cuerpo en el sentido en que lo tiene el hombre despierto. Es decir que el animal también es un ser que vive sólo psíquicamente; vive, para decirlo en lenguaje humano, una mera vida onírica. Y en esta vida onírica, aquello que llamamos realidad, no existe como tal, sino que configura una parte de su vida psíquica en que el sujeto y el objeto no están separados entre sí.
Esto determina una curiosa relación, propia del Hombre de Agua, con respecto al «animal»; esta relación nos ayudará a captar una nueva característica del hombre de Agua. La relación que pueda tener el hombre con los animales que lo rodean, de ser «interior», sólo podrá revestir el carácter de «psíquica». De modo que si, por ejemplo, no utiliza al perro para cuidar su casa y al gato para cazar ratones, sino que busca el camino que lo lleve hasta el «alma» del animal, atinará a ponerse a «jugar» con éste. Mi perro está siempre dispuesto a jugar, tanto de día como de noche.
Pero es aquí donde se produce un gran malentendido entre aquello que significa el «jugar» para el ser humano y aquello que significa el «jugar» para el perro, para el animal. Al traerme el perro de vuelta diez veces la piedra por mí diez veces arrojada lejos, y mostrarse «pedigüeñamente» dispuesto a correr por oncena vez a buscarla, en cuento yo la arroje nuevamente, quien está «jugando» soy yo, pues para el perro esto mismo significa una actividad sagrada y seria. Lo que hace el perro, al traerme de vuelta en el hocico la piedra por mí arrojada, es para él como un acto de sacrificio que me ofrenda a mí, mientras que yo sólo estoy «jugando». Y en este sentido podemos entender que el Hombre de Agua posee una inexpugnable tendencia a «jugar». El Hombre de Agua no sólo es un «trasnochado», sino también un «juguetón», y para él, lo mismo que para el «animal», el juego cobra el significado de una sagrada y seria actividad.
También «juega» el Hombre de Tierra, también a él puede interesarle el juego; pero mientras que para éste la ganancia y la pérdida significan algo esencial, algo sin lo cual el juego pierde todo sentido, para el Hombre de Agua el juego es por el juego mismo.
El «juego», desligado de todo fin práctico, se convierte en la característica de lo específicamente humano en la esfera de Agua.»
«Es así que la propia vida se convierte en un extenso campo de juego de las pasiones y los sentimientos; el vivirlos es más importante que las causas que los han provocado. Resulta, pues, claro que la imagen del Hombre de Agua, tal y como la conocemos hasta ahora, se parece mucho a la imagen que muestra el hombre en su primera infancia. El niño también vive en una especie de mundo onírico irreal, también el niño es «soñador» y «juguetón». Puede decirse que casi todos los hombres de Agua conservan en este sentido, de por vida, algo de niños, que siguen siendo niños grandes durante toda la vida. Pero la infancia del Hombre de Agua se caracteriza las más de las veces por el hecho de alcanzar su condición de soñador un grado muy alto, aproximándose en mucho a la verdadera vida onírica.»
«En lo que respecta a su comportamiento con respecto a las realidades del mundo físico, todos los signos de Agua huyen lo más posible de tales realidades y tratan de rehuir todo enfrentamiento con ellas. Tratan de postergar lo más posible el despertar de su sueño, tratan de seguir siendo niños el mayor tiempo posible, de «jugar» lo más que puedan. Pero como esta fuga llega al fin a hacerse imposible, tarde o temprano se halla una salida que acaso pudiera ser caracterizada con las palabras que escogió Goethe para titular la confesión de su vida: Poesía y Verdad (Dichtung und Wahrheit). Poesía y verdad (realidad) no se refieren a una yuxtaposición, sino a una «correspondencia», de acuerdo a la cual toda poesía es a la vez la verdad que, para el Hombre de Agua, lleva en sí una realidad más elevada que la de la mera verdad histórica, que fuera el ideal del Hombre de Tierra. Es así que, sin necesidad de cobrar conciencia de ello, todo lo que el Hombre de Agua acepta de la realidad es luego recreado por éste de manera tal que puede transportarlo a su vida onírica. La realidad se le convierte en vestidura simbólica del curso de su vida, y este curso de su vida se le convierte en novela. El mundo de Agua se convierte en el suelo sobre el cual todo suceso real se convierte en novela, y dentro de la novela «biográfica», el mundo exterior recibe un significado simbólico similar al de las realidades de su medio onírico. Y del mismo modo que, por ejemplo, el niño cierra los ojos porque cree que de esa manera no verá nada de «lo otro», la política principal del Hombre de Agua es y sigue siendo, antes de haberse desligado de su mundo, la así llamada «política del avestruz».»
«La vida erótica del Hombre de Tierra se halla, marcadamente sometida al signo de la sensualidad. El Hombre de Tierra puro es un amante asiduo. Si no logra alcanzar su objetivo, se consuela, al poco tiempo, como los jóvenes de la antigua Roma, con otra pareja, que le hace olvidar la anterior.
Distinto es el estado de cosas en lo referente al Hombre de Agua; en su mundo no hay unión del mismo grado de realidad que en el mundo físico, pues las almas no pueden unirse de la misma manera que los cuerpos.
Es por eso que el erotismo del Hombre de Agua vive del sentimiento de la nostalgia constantemente inalcanzable. ¡Pero! Del mismo modo en que la realidad física es para él el símbolo de una verdad situada más allá de esta realidad, y que, a la vez, se transforma igualmente en poesía, el ser humano no es tomado en su forma física, es decir, en su aparición sensible, sino como símbolo de un fantasma situado más allá de lo sensual, por el cual el Hombre de Agua entró en el juego del amor. Es así que el Hombre de Agua es de nacimiento un «pretendiente sensual-extrasensual» de la figura fantasmal jamás realizable, de una creación amada en inclinación mística, por el ansia y el padecer de amar en cada mujer y en cada hombre al custodio de lo inaccesible.
En lo mental el Hombre de Agua muestra la tendencia a convertir al deseo en censor de sus ideas. La lógica del Hombre de Agua no reconoce a la realidad como última instancia para el valor de la verdad de sus ideas. […] Esta lógica ve, antes bien, en lo real o en lo que ha llegado a ser real, un caso particular de lo «posible». ¡Antes de que algo se convierta en realidad tiene que haber sido posible! Del seno de las posibilidades pudo haber surgido también una realidad distinta de la que ha surgido, de modo que en toda realidad lo único coercitivo como idea es el hecho de haber estado dada necesariamente su posibilidad previa.
Por eso la posibilidad es más importante que la realidad. La necesidad lógica se satisface en cuanto se reconoce la posibilidad en su raíz; la realidad que de ella surja es cosa secundaria.
En esta lógica se revela un elemento positivo creador: – + – que, desde luego, sólo reviste carácter recreador. A dicha lógica no le importa el arte de cálculo, sino el del «descubrimiento» de un estado de cosas, a partir de las condiciones de una regularidad presentida, de la cual el conocimiento inductivo no representa más que un caso particular. En tanto a este presentimiento se le confiere un alto poder cognoscitivo, se convierte en el suelo sobre el que se elevan aquellos edificios de ideas que, en forma plástica o simbólica, aspiran a representar en lo sensible «algo» más allá de lo sensible, en lo particular algo universal, en lo real el terreno mucho más vasto de lo posible. Y ahora resulta evidente la parte preponderante que tiene en la vida mental del Hombre de Agua la fantasía, hecho este que, en los casos extremos, puede llevar a la total desorientación en el mundo físico.»
«No es el cuerpo de la obra de arte, sino el alma que está «más allá» de dicho cuerpo, lo que le interesa primordialmente, como, por así decir, sustrato místico de todas las posibilidades, «una» de las cuales se materializó en la obra de arte.
«Las canciones más bellas son las que no se han cantado.»
Estas palabras, que Ibsen pone en boca de Skalden Jatgeir, en el Pretendiente a la corona, pueden servir de lema al Hombre de Agua.»
«En lo moral nos encontramos con la tendencia a convertir en fundamento de valoración moral, no al hecho, sino a sus trasfondos psíquicos, al conflicto psíquico que precedió al hecho.
Sentir este conflicto para poder comprenderlo psíquicamente es más importante que sentarse en un tribunal de justicia. Quien sabe «comprender» también sabe «perdonar». El Hombre de Tierra se las ve con el daño que el hecho infirió al mundo; el Hombre de Agua se las ve con la culpa. El daño pertenece al mundo exterior y la culpa al interior. Y esta culpa ya se produce allí donde simplemente se desea el mal, aun cuando jamás se ponga en práctica. Pero por el hecho de que todos nosotros, tal y como lo muestran nuestros sueños, estemos llenos de malos deseos, nadie podrá arrojar la primera piedra.»