Estación experimental para la investigación de la influencia de las constelaciones sobre los cultivos.
Al hablar de las influencias rítmicas, aludimos al retorno regular de ciertos
impulsos que podemos percibir en la vida vegetal y animal. De este modo se observa
por ejemplo la diferencia de comportamiento de las plantas durante su almacenamiento,
según hayan sido cosechadas por la mañana, a mediodía o por la tarde.
Si recogemos la misma variedad de lechuga en estos tres momentos del día y la
ponemos en el recipiente destinado al efecto del frigorífico, observamos que la recogida
a mediodía está completamente mustia, la de la tarde, una vez pasada por agua fría
puede apenas utilizarse, mientras que las recogidas por la mañana están aún frescas y
crujientes. Aún es más llamativa una comparación de este tipo hecha con los tábanos:
¡os recogidos a mediodía están completamente ajados al cabo de tres días, los recogidos
por la mañana tienen las hojas frescas pero las raíces ajadas y los recogidos por la tarde
tienen las hojas mustias pero sus raíces firmes y crujientes. En la cosecha matinal, las
plantas han almacenado las fuerzas diurnas ascendentes, en la cosecha vespertina han
asimilado las fuerzas diurnas descendentes. Entre las dos, las energías de efectos
volatilizantes del mediodía tienen una acción casi neutralizante. Así se revela con gran
limpieza el ritmo de rotación terráqueo en su movimiento alrededor del Sol.
Durante el curso del año vivimos ritmos ascendentes y descendentes similares,
determinados por la rotación de la Tierra en torno al Sol. Tras la detención total en el
momento de Navidad, por ejemplo en el Hemisferio Norte vivimos el despertar de las
fuerzas ascendentes en la Naturaleza, y ello a partir de alrededor de la fiesta de los
Reyes Magos. A medida que los días se alargan y que la trayectoria del Sol se eleva en
el cielo, la savia sube en los árboles. Las frondosas toman un tinte violeta. Más tarde las
yemas adoptan un tinte cobrizo antes de reventar en un verde claro. Impera un proceso
de revitalización que será seguido por el verde pleno de savia del mes de mayo. Bajo el
efecto de las fuerzas de Venus y de Júpiter, los frutales se adornan con flores antes de
que el Sol les haga brotar sus hojas. Es la época de la polinización. Pronto podremos
contemplar el nacimiento de los frutos.
El año solar alcanza su punto culminante. La curva del Sol que comienza a bajar
conduce a los frutos a la maduración. Según su posición en el Zodiaco o en función de
los periodos ascendentes o descendentes, Mercurio, Marte y Saturno han producido una
acción particular sobre tal o cual especie frutal. Los frutos han madurado. El año solar
declina. Las semillas maduras de los árboles caen al suelo o sirven de alimento para los
anímales. Pronto comenzará un nuevo ritmo solar anual.
Entre el Sol y los planetas por una parte y la Tierra por otra, la Luna sigue su
trayectoria. Ella nos ofrece múltiples posibilidades de ritmo. En efecto, la observación
atenta puede descifrar cinco ritmos diferentes respecto al crecimiento de las plantas.
Para poner en práctica los impulsos que da, necesita el concurso humano. Cuando se
labra la tierra, pueden penetrar sus fuerzas mediadoras. Cuando removemos los
preparados biodinámicos, abrimos por encima de este «movimiento» acuático una
puerta al entorno cósmico.
En cada una de sus revoluciones alrededor de la Tierra, la Luna está «creciendo»
durante la mitad de su trayectoria, igual que el Sol en la primera mitad del año.
Entonces favorece la ascensión de los jugos y de las energías hasta la parte superior de
las plantas. El agricultor aprovecha este impulso para mejorar sus injertos en frutales y
viñas, introduciendo brotes jóvenes en sus plantas viejas.
En la segunda mitad de su recorrido, la Luna decrece; envía ciertas fuerzas a la
parte inferior de las plantas, que favorecen la formación de las raíces. Estimula la
actividad de los organismos de la tierra y contribuye así a las transformaciones. El
agricultor aprovecha este periodo para abonar la tierra pero también para todos los trasplantes
que obligan a las plantas a emitir nuevas raíces. Si se pretende renovar los
arbustos de frutillas a partir de esquejes, esta época conviene absolutamente para introducirlos
en la tierra, para que enseguida les salgan raíces.
En cada revolución, la Luna envía simultáneamente impulsos que vienen del cielo
de las estrellas Fijas y favorecen el crecimiento de las plantas, que entonces fructifican
mejor y cuyos órganos (raíces, hojas, flores y semillas) crecen armoniosamente.
Ciertas especies animales se hallan también condicionadas por estos impulsos
rítmicos en su organismo y comportamiento. Así por ejemplo, se comprueba en la abeja
calidades de miel y rendimientos variados debidos a estos ritmos. En los rumiantes se
ha comprobado la influencia de los ritmos sobre la leche y sus elaborados, hasta en la
calidad del estiércol, cuyas diferencias dependen del momento de excreción de los
animales.
El agricultor debe distinguir entre los ritmos que favorecen el crecimiento de sus
diferentes variedades vegetales, para aumentar su capacidad de regeneración o saber
qué hacer para que la calidad nutritiva de las sustancias garantice una alimentación
apropiada para el ser humano.
En este ciclo rítmico se mezclan de vez en cuando otras constelaciones que
desencadenan impulsos inhibidores. Cuando se busca cierto resultado, al agricultor le
interesa mucho evitar tales periodos.
Texto de la revista francesa Weleda n° 79, Pascua de 1993.
Los Ritmos en la Naturaleza, por: María Thun
Hoja Informativa nº 5, julio/agosto 1993
Asociación de Agricultura Biodinámica de España http://www.biodinamica.es/