Pluto’s Banquet (El banquete de Plutón)

TEXTOS PLUTOS BANQUET

Dentro del contexto del libro de arte “Pluto’s Banquet” de Antoni Miralda y Màrius Brossa, publicado en Abril del 2012 por la editorial Trebol 4, se encuentran los cuatro textos del astrólogo Lluís Gisbert sobre el mito de Plutón. Estos textos enlazan con la simbología artística del proyecto Patriotic Banquet de Antoni Miralda y la fotografía artística de Màrius Brossa.

Enlace: Presentación Pluto’s Banquet en Arts Santa Mónica

Enlace: Ficha del libro

Textos de Lluís Gisbert sobre Plutón extraídos del Libro de arte “Pluto’s banquet” sobre el artista Antoni Miralda:

Plutón, el Hades griego: El dios invisible:

Hades significa el invisible, tanto en su raíz etimológica como por sus elementos característicos entre los que destaca el casco que le convierte en invisible para toda mirada proveniente de la superficie terrestre. Representa lo que no se ve porqué está bajo la superficie, lo que habita en la profundidad. Alude a esa dimensión de todo ser que no ocupa espacio, ni habita en la tangibilidad corpórea. Más bien es la personificación de esa fuente esencial de la que emana nuestra conciencia de interioridad y de experiencia íntima en nuestra relación con el mundo.

Las transformaciones de Plutón operan en lo invisible, en lo esencial y precisamente por ello son tan irracionalmente temidas y negadas por el yo superficial que vive la vida en y desde la superficie. Nada tiene que ver con los cambios propuestos por la voluntad consciente (personal/colectiva), sino que alude a las inevitables transformaciones de las que el yo es objeto y no sujeto y por ello a todo fenómeno que denominamos crisis. La naturaleza de Plutón no se expresa en los cambios basados en “las buenas intenciones” ni en las esperanzadoras propuestas de año nuevo.

Cuando decimos “tengo que cambiar” ¿a que nos referimos? ¿Nos referimos a cambios en las circunstancias externas: cambios de look, de vestuario, de tatuaje, de lugar, de pareja, de trabajo? Es como si en esos momentos, quien hablara a través nuestro fuera el espíritu de Plutón proponiéndonos un cambio en nuestra propia mirada, una transformación del enfoque desde el que nos abrimos a la vida. Los esquemas de valoración y el enfoque vital no reinan en las circunstancias externas, sino que son los invisibles e inadvertidos filtros a través de los cuales se abre nuestra mirada al mundo. Sabio es temer a Plutón, ya que nosotros mismos somos los susceptibles de ser transformados.

…es cierto que quien mira en el espejo del agua, ve ante todo su propia imagen. El que va hacia sí mismo corre el riesgo de encontrarse consigo mismo. El espejo no favorece, muestra con fidelidad la figura que en él se mira, nos hace ver ese rostro que nunca mostramos al mundo, porqué lo cubrimos con la máscara del actor. Pero el espejo está detrás de la máscara y muestra el verdadero rostro. Esta es la primera prueba de coraje en el camino interior, una prueba que basta para asustar a la mayoría, pues el encuentro consigo mismo es una de las cosas más desagradables y el hombre lo evita en tanto puede proyectar todo lo negativo sobre su mundo circundante…

C.G.Jung – Arquetipos e inconsciente colectivo.

Quizás el coraje para afrontar el reto al que nos invita Plutón solo lo asumamos cuando individual o colectivamente ya no nos soportemos más a nosotros mismos, ya no nos creamos ni a nosotros mismos, ni a nuestros auto-engaños. ¿Quienes somos nosotros para pensar que la decadencia de nuestros tiempos está mal?

Desde que Plutón viaja a través de Capricornio (desde el 2008), la corrupción y el hedor que se desprende del hasta entonces invisible poder económico emerge a la superficie. En las plazas de cualquier pueblo de la Grecia contemporánea donde siglos atrás se debatía sobre la naturaleza universal del amor, del poder, o sobre la insondable profundidad de donde emanan las pasiones y anhelos humanos, ahora se debate sobre economía mundial; el omnipresente poder de las grandes corporaciones, el FMI o el Dow Jones.Ya hace mucho tiempo que el oculto poder económico se liberó de las cadenas de cualquier frontera nacional y campa a sus anchas en un mundo al menos económicamente global.

Plutón significa rico, por algo era el único Dios del panteón griego al que no era necesario hacerle ofrendas. La plutarquía es el gobierno de los ricos; y es que el dios economía tiempo atrás construyó su altar en el centro de nuestra sociedad. En las plazas de todo pueblo y cultura, donde históricamente se edificaban templos o iglesias en honor al dios de turno, hace tiempo que encontramos a los representantes de los grandes bancos y centros comerciales como estandartes del dios de nuestros tiempos: el dinero.

Cuando la fuerza que ha movido desde la oscuridad al mundo, sale a la superficie y los olfatos de quienes habitan sobre la corteza terrestre se impregnan de su hedor, es cuando en la putrefacción ya está listo el abono que contiene el germen de una nueva vida, de un nuevo paradigma que siempre será lo inimaginable desde la perspectiva del paradigma anterior. El renacimiento plutoniano es el renacimiento a lo inimaginable, porqué la perspectiva desde la que el sujeto (individuo, colectivo) imagina es precisamente la que está sujeta a muerte.

Esperemos lo inesperado, imaginemos lo inimaginable, contemplemos lo incontemplable.

Plutón & Perséfone

Este es el mitologema más conocido de Plutón: el rapto y violación de Perséfone, hija de Demeter, por Plutón y el símbolo de la granada como fruto del submundo. Una vez probado el alimento del submundo, nadie se puede alejar definitivamente del Hades, al igual que una vez instaurada la consciencia nocturna de la muerte nadie vive por más tiempo en la superficie con la misma actitud.

Viviendo en una eterna primavera encontramos a la doncella Core (nombre anterior a su descenso), segura bajo el abrazo protector de su madre, recolectando alegremente flores en un verde prado junto a otras despreocupadas y vírgenes doncellas. Se abre la tierra bajo sus pies y del profundo abismo aparece Hades con su carro tirado por cuatro negros caballos. Demeter desesperada busca a su hija por todos los rincones de la superficie terrestre y al no encontrarla se sume en una profunda depresión, dejando sin frutos a los hijos de la tierra. Zeus interviene en el litigio y convence a Plutón para que en cada ciclo anual deje a la hija de Demeter alternar seis meses junto a su madre y seis meses en el Averno.

Antes del rapto de Core, la primavera y el verano eran eternos; pero a partir del rapto, cada vez que Perséfone debe regresar al Hades, Demeter vuelve a sumirse en un profundo duelo; da inicio el otoño y el invierno, la noche empieza a ganar terreno al día, la oscuridad a la luz y el frío recogimiento interior se impone a la calurosa extraversión. La naturaleza se purga, las hojas mueren y la tierra deja de ofrecer sus frutos. Se posibilita así la limpieza y vacío necesario para que la vida se renueve.

Todo mito es un sueño colectivo que brota del imaginario de la humanidad, por ello la imagen de la violación emana como metáfora de la experiencia de sometimiento de la pequeña y efímera voluntad personal ante la eterna y gran Voluntad impersonal. ¿No será la vida misma quien nos viola? Cualquier adolescente puede creer que su vida adulta será lo que se propone con sus buenas intenciones, pero en su proceso de maduración va descubriendo que su vida poco tiene que ver con lo imaginado.

La transformación, nunca querida pero secretamente deseada, es alegoría de la pérdida de la inocencia de la conciencia superficial y diurna que cree que la vida es recolectar florecitas cantando alegremente por un campo verde bajo la seguridad del abrazo de mamá, más adelante casarse y tener hermosos hijos, o separarse y pasarlo bomba en la discoteca, ligar y follar, llegar a tener un buen sueldo, un gran plan de jubilación y morir lo más tarde posible rodeado de nietos que estudian en Esade a fin de ser grandes ejecutivos en maravillosas multinacionales.“¡La vida es esto y ya esta!” Es evidente que para un tipo de conciencia Perséfone, tan común en nuestros días, Plutón es visto como un violador. Pero aparece como violador solo ante un tipo de conciencia.

Así como la traducción de Core es dondella virgen, Perséfone significa “la que ama la oscuridad”. Una vez más la transformación ha tenido lugar: la inocente adolescente hija de su mamá es ahora Reina del Submundo. ¿Y si para poder descubrir el valor profundo de la vida sea necesario que se instale en nosotros la conciencia de la muerte?

Psicológicamente la imagen del submundo es análoga a lo inconsciente y la imagen de la violación alude a toda conciencia que se siente forzada a descender en dirección a aquellas áreas y núcleos de la personalidad (individual o colectiva) que han sido excluidos de la superficie, tanto si se trata de nuestros demonios y complejos inconscientes, como de cualquier potencial creativo que albergamos en estado latente.

Plutón & el submundo

Hades es el señor del submundo a la vez que el submundo mismo como ámbito o Reino; es el representante del otro lado de la vida diurna y en este sentido es una metáfora de la experiencia esencialmente psíquica de la existencia. Evoca una manera de mirar la vida desde la cual se ponen en cuestión las miradas desde la superficie de la vida, las perspectivas superficiales y por ello carentes de penetración, limitadas para “ver más allá” de la superficie.

Según Dante ante la puerta del Hades está escrito: “abandonad los que entráis aquí toda esperanza”. Bien podía referirse a toda esperanza de mejoría, crecimiento, expansión o reparación a fin de retornar a tiempos y valores pasados. ¿Cómo va a dar vida el Señor de los Muertos? Quizás lo que nos ofrece no es vida, lo que puede dar en cambio es una sabiduría de la muerte ya no entendida como algo a acontecer al final de la vida, sino como dimensión siempre presente, no tan solo intelectualmente, sino sobre todo anímica e imaginalmente.

Toda personificación de lo oculto, marginal, incomprendido o negado, se manifiesta como tabú ante una conciencia movida por el principio de poder y control, pero a la vez, en lo que habita exiliado en la “invisible” periferia duerme el germen de toda futura transformación de la actitud vital predominante. Cuando ya no queda energía para negar lo negado, para repudiar los síntomas inherentes a toda ineludible transformación en nuestra manera de ser, comprender y relacionarnos con el mundo, descubrimos que el único poder que albergamos es la ilusión de poder. ¿Existe más neurótico descontrol que vivir poseído por la obsesión de control? Ahora cobra un nuevo sentido el lema alquimista: “que muera el vivo, para que por fin viva el muerto”… el muerto que habitaba, casi nunca inocentemente silenciado, en el vivo.

Todo cambio de cosmovisión es un proceso y como tal, al empezar a manifestarse conscientemente solemos ignorar que ya lleva largo tiempo gestándose bajo la superficie de las preocupaciones y ocupaciones “oficiales” y que hunde sus raíces en la silenciosa oscuridad del inconsciente colectivo. A lo largo de la historia los transgresores emisarios del espíritu de una nueva época han sido artistas, poetas, astrónomos, filósofos, científicos, místicos… Muy a pesar de alguna superficial interpretación new-age, no tiene sentido hablar de renacimiento sin antes hablar sobre la muerte; no es de extrañar por ello que la nocturna sabiduría estético- simbólica del “artista” haya sido la gran marginada del conocimiento oficial y académico.

Una consciencia inconsciente de la muerte ¿puede vivir sin tabús, sin chivos expiatorios, sin falsas esperanzas o artificiales identificaciones colectivas? Si lo negado mostrase su ineludible presencia, quien acogería sin defensas esa verdad ya no sería la misma consciencia que la negaba. ¿Que misterioso cambio de valores hace posible que lo interpretado como veneno en un determinado momento histórico, sea a posteriori reconocido como el deseado antídoto?

El Hades, las grutas & la depresión

Al reino de Plutón no se asciende, sino que se desciende a través de una abismal grieta en la superficie terrestre. Su puerta de acceso es una depresión geográfica o su símil como estado anímico: la melancolía, modernamente denominada depresión. En ese reino no hay cabida a anhelos de trascendencia o ascetismo, más bien habita el tanático anhelo de profundidad e “insight psicológico”. Descendemos cuando la ilusión de habitar sobre un suelo literalmente firme se transforma a través de sus grietas en des-ilusión y las estructuras impostadas sobre las que hemos construido los pilares de nuestra identidad individual o colectiva revelan su sinsentido.

Sombras, grietas y depresiones dan profundidad al cuadro de la vida, descubrimos que lo que se muestra oculta lo que no se muestra y permiten vincular lo que se oculta al mostrar con lo que se muestra al ocultar. Cuando creemos habitar en una realidad literal, sin grietas ni sombras, estamos viviendo sin saberlo en un mundo muerto, ya que éste ha perdido su órgano creador: la imaginación.

Orfeo descendió al Hades por amor, en busca de Eurídice, en busca de la profundidad imaginal del alma. Motivo similar encontramos en Dionisos. Ulises se sumerge en el país de los muertos en anhelando la sabiduría de Tiresias. Ninguno de ellos desciende para conquistar o vencer al submundo y menos aun para luchar contra ninguna crisis. El propósito de ese descenso al país de los muertos es una comprensión que solo puede nacer de una aceptación, de una entrega de la pequeña voluntad. Pero esta ya no es una comprensión meramente racional y abstracta, sino que implica la totalidad del ser y de ahí que sea una comprensión integralmente transformadora.

Las religiones subterráneas, como las órficas, o los Misterios de Eleusis celebrados en Grecia durante siglos, estaban regidas por cultos de descenso al submundo entendidos como experiencias de muerte en vida, entendidas como iniciaciones a otro estado de consciencia. Solo la mítica hercúlea, cristiana (o el negocio farmacéutico) entiende al sub-mundo como algo a vencer, conquistar (o medicar). ¿Será por esto que Hércules abandona el Averno sin una renovada comprensión; siendo el mismo guerrero colérico y paranoico de siempre, declarando guerras preventivas a todo eje del mal que su reprimida y por ello inconsciente imaginación proyecta y literaliza por doquier?

Quizás el Reino del Plutón no nos acecha para que lo venzamos, sino para que nosotros seamos los vencidos y transformados. No nos puede traer bienes terrenales, productividad, consumo, ganancias materiales, fama, dominio. Quizás “lo único” con lo que nos puede enriquecer sea en profundidad imaginativa, el don indispensable a fin de reinventar las estructuras inherentes a lo que entendemos como realidad.

Hasta el siglo XIX, a la depresión se la llamaba melancolía y esta equivale a una experiencia anímica, a un estado del alma. Como cualquier otro estado anímico, no está sujeto a nuestra voluntad consciente ni volitiva. De la misma forma que no podemos pedir sueños por encargo, tampoco podemos elegir estados anímicos a conveniencia y por ello no hay error ni culpa en ellos.

En Hipócrates la melancolía formaba parte de uno de los cuatro humores (bilis negra). Tanto el platonismo como el neoplatonismo del Renacimiento y el romanticismo de los siglos XVIII y XIV tenían clara la relación entre la melancolía y las raíces creativas del alma, el vínculo entre genio y melancolía. “El libro de los problemas”, que aun hoy en día mantiene el debate entre si su autor es Aristóteles o su discípulo Teofrasto, aborda el tema de la melancolía empezando con el siguiente interrogante: ¿Por qué será que los grandes pensadores, los grandes políticos, los grandes artistas y los hombres de gobierno han sido melancólicos?

Melancolía deriva de “melas” que significa negro, color que en nuestro imaginario cultural está íntimamente ligado al duelo, al luto, a la depresión y a la muerte y por otra parte es el color característico de Plutón.

En los inicios del S.XX Freud asoció psicológicamente melancolía y duelo. En el duelo uno sabe que ha perdido algo y acepta que es un proceso a elaborar a fin de interiorizar la energía que se desprendió junto al objeto del duelo. ¿Qué se ha perdido en la depresión? ¿Que valores han muerto en nuestra cultura sin que aceptemos los síntomas de su decadencia, sin poder elaborar su duelo? ¿No será la depresión colectiva, más que algo que debamos medicar o curar, algo que nos invita a ser curados de nosotros mismos? Si así fuera, la negrura sería algo a ser reconocido y vivido hasta su destino: la muerte, entendida esta como el fin de una actitud y perspectiva vital.

Cuando en nuestros sueños, en nuestras conversaciones cotidianas, en nuestras mercantilistas interpretaciones de calendarios mayas, o en el mundo del arte y del cine, las fantasías de catástrofe y fin del mundo irrumpen en nuestro imaginario, en lugar de tomárnoslas literalmente, deberíamos preguntarnos y reflexionar sobre;  ¿qué mundo es exactamente el que está llegando a su fin?

Hermes guiaba el alma de los muertos al submundo sin clasificación alguna entre almas buenas o malas, trabajadoras o perezosas, celibatas o lascivas, ricas o pobres, puras o impuras, evolucionadas o no evolucionadas, ni sobre la base de ningún otro criterio o juicio moral. En cambio la palabra infierno está llena de implicaciones morales: castigo, culpa, maldad, error. Simboliza lo opuesto a la idea de “ser bueno” a fin de obtener premios terrenales o celestiales por ello; el cielo, iluminación, trascendencia, el paraíso, o riqueza, fama, reconocimiento, sexo o poder.

Nuestro condicionamiento cristiano percibe la decadencia, la corrupción o la putrefacción como algo evitable y negativo, en definitiva, algo contra lo que luchar, pero nunca como algo a ser reconocido. ¿La purga otoñal se debe a un error a corregir? ¿La vida debería ser una eterna primavera, un constante florecimiento? ¿El consumo y la productividad un estado en eterna expansión y crecimiento?

En las raíces ocultas de la vida se celebra la eterna danza entre vida y muerte: de las heterodoxias surgen nuevas ortodoxias, de las revoluciones nacen nuevas cosmovisiones susceptibles en un futuro a ser guillotinadas, las hojas y restos orgánicos son transformados por gusanos y bacterias en humus el nutriente de los pastos y estos alimento de los herbívoros…

Nutrirse es un ritual comunitario; nos juntamos con los amigos con el pretexto de ir a cenar y regresamos a casa de nuestros padres para la comida navideña. Purgar, eliminar y defecar son procesos igual de naturales y esenciales de la vida, pero la cotidiana actividad de defecar es experimentada en la más íntima comunidad con uno mismo. Algún misterioso impulso natural en el niño le compele a sentirse fascinado por sus propias heces y le invita a rendirles culto: olerlas, manosearlas y jugar con ellas. No es de extrañar; ¡son sus primeras obras creativas!

Plutón es el gran olvidado, el ausente en nuestra cultura, el marginado y necesita más que nunca ser reconocido en el sentido de arquetipo universal, de fuerza cósmica más que humana.¡Levantemos un altar a la putrefacción! La decadencia no es cuestión moral, no florece porqué lo hayamos hecho mal, ni porqué lo hayamos hecho bien.

En este proceso alquímico, la negrura plutoniana es la materia prima desde la que re-imaginar nuestra relación con el mundo, el germen desde el cual ser nosotros los re-fundados y con ello la economía, la educación, la política, la ciencia, el arte… la esencia de la cultura humana.

En nuestra cultura Plutón ha sido negado hasta tal punto que equivale a la negación de la muerte. De ahí que solo podamos entender la muerte como un hecho físico literal, pero hayamos olvidado “ver-a-través-de” su imagen, no solo comprendida como algo que viene después, sino reconocida como aquello que continuamente está presente en lo invisible y no tan solo en la superficie. La muerte como origen de la vida, como su fuente oculta y factor renovador. Plutón como el reino al que cíclicamente “caemos” a fin de re-fundar nuestro modo-de-ser-en-el-mundo.

Lluís Gisbert

Abril 2012

Bibliografía:

Enrique Eskenazi – Plutón, una re-visión del infierno

Jeff Green – Plutón, la trayectoria evolutiva del alma.

C.G.Jung – Arquetipos e inconsciente colectivo.

R.Klibansky, E.Panofsky, F.Saxl – Saturno y la melancolía

S.Freud – Duelo y melancolía

Howard Sasportas – Los dioses del cambio

James Hillman – El pensamiento del corazón.

Venus y Plutón; la eterna atracción entre Eros y Tanatos

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Artículo del astrólogo Lluís Gisbert sobre Eros y Tanatos desde la perspectiva de la astrología psicológica. Publicado en abril 2017 por la web Zhazz, especializada en las relaciones de pareja. Enlace a la publicación en su web: Venus y Plutón . Lluís Gisbert

La astrología nos invita a reflexionar sobre la naturaleza polifacética de las relaciones y el amor. Es algo que solemos olvidar, ya que nuestro condicionamiento cultural suele asociar las relaciones de pareja únicamente con el anhelo de estabilidad, fecundidad, durabilidad e incluso con la realización y felicidad personal. Con tanta exigencia sobre lo que esperamos de una relación es normal que muchas relaciones se rompan por no poder cargar con el peso de las expectativas que proyectamos sobre ellas. Además, toda relación que no cumple con esta finalidad tendemos a pensar que ha sido un error, o aun peor, un fracaso y así al dolor de la ruptura le añadimos una carga extra de culpa.

Parece que en ocasiones enfoquemos las relaciones de la misma forma que un negocio, viviéndolas como éxitos o fracasos y nada más. Olvidando a si mismo que hay muchos modelos posibles de relación, e incluso que hay y ha habido grandes personalidades del mundo del arte, el pensamiento, la ciencia y otras disciplinas que su carácter se puede calificar de solitario sin que eso sea una tara psicológica o un problema a corregir. Desde este punto de vista, tener o no relación de pareja no se relaciona con el éxito o el fracaso personal sino con una manera libremente escogida de vivir.

La tradición astrológica y sobre todo la vida misma nos muestra la realidad de muchos tipos de amor: amores pasionales y amores platónicos, amores fatales y amores convencionales, amores carnales y amores místicos, amores inspirados por las musas y amores redentores, amores heridos por las flechas de Eros y amores de conveniencia… quizás tantos amores como seres amados y sobretodo tantos tipos de amor como finalidades del mismo. La astrología nos invita a reflexionar sobre las múltiples vocaciones del amor.

En astrología hay un planeta con el nombre de la diosa del amor; Venus siendo este uno de los indicadores básicos de aspectos esenciales de la personalidad, como nuestra autoestima y sistema de valores, que a la vez son dos factores clave en la cualidad de nuestras relaciones afectivas.  En el momento de nuestro nacimiento Venus se encuentra en uno de los doce signos zodiacales, en una de las doce casas y además puede estar en aspecto (relación angular entre dos o más cuerpos celestes) con otros planetas del sistema solar y todo ello incorpora distintos tipos de experiencias, estilos, patrones y aprendizajes en nuestras relaciones y en nuestra imagen interior del ser amado.

Esto no quiere decir que haya aspectos de Venus que nos lleven a vivir “malas” o “buenas” experiencias en el amor. Este es uno de los mayores errores que cometemos muchos astrólogos; transmitir por ejemplo que Venus en Capricornio o en aspecto con Saturno es negativo y Venus en Libra positivo en las relaciones amorosas. La calidad de nuestras relaciones estará íntimamente ligada a nuestra maduración emocional y autoestima. Lo ideal sería que dos naranjas enteras (completas en sí mismas) eligieran relacionarse, pero sí nuestra autovaloración está herida o aun no nos valemos por nosotros mismos, seremos como medias naranjas anhelando completarnos con otras medias naranjas, lo que equivale a encontrarnos con otras personas incompletas viviendo los conflictos que se manifiestan cuando la dependencia y la necesidad nublan el amor: celos, posesividad, manipulación emocional, pérdida del deseo sexual, etc.

Como decíamos anteriormente, la tradición astrológica es rica en el conocimiento de las distintas facetas del amor tal y como en la mitología griega Afrodita (Venus en la romana) tenía múltiples amantes y cada uno expresaba distintas finalidades del amor. Dedicaremos varios artículos a las distintas relaciones (aspectos) de Venus, pero esta vez nos centraremos en el aspecto entre Venus y Plutón. Este último es el planeta que recibe el nombre del dios del submundo romano Plutón (el Hades griego).

El amor mundano anhelante de estabilidad nunca ha tenido el favor del cine, la literatura o las artes en general, más bien los amores que han inspirado e inmortalizado las artes han sido amores fatales, apasionados y tortuosos en la misma medida que muestran la atracción existente entre Eros y Tánatos o sea que muchas veces el sentido del amor y del deseo no es la fecundidad sino la muerte, o dicho en términos más psicológicos, la transformación.

En este sentido Venus representa el deseo y la pulsión erótica del dios Eros y Plutón la pulsión tanática del alma humana. Todos sabemos que hay relaciones que independientemente de su duración temporal están impulsadas por intensas y profundas emociones que nos llevan en muchos aspectos a salir de la relación distintos a como habíamos entrado. No existe renacimiento que no incorpore una muerte previa. Son relaciones que nos llevan a conocernos en mucha mayor profundidad en la medida que deseos, miedos, obsesiones, pulsiones, inseguridades y distintas corrientes emocionales que hasta entonces se mantenían enterradas en lo más profundo de nuestro inconsciente han aprovechado la relación para salir a la luz. Esta es una gran ocasión para conocer, aceptar y comprender la naturaleza humana en toda su riqueza y profundidad, incluidos los deseos y emociones que solemos negar.

Hablamos de cuando el deseo y la sexualidad van más allá del placer físico y se convierten en una puerta para cruzar el umbral que separa la consciencia cotidiana de la realidad del alma y sus incontrolables e intensas pasiones. Son los mismos amores que han llenado de pacientes las consultas de los psicoanalistas y terapeutas de distintas tendencias psicológicas, o sea amores que nos llevan a una iniciación a nuestra propia naturaleza anímica; a un emerger de nuestras emociones más profundas, un despertar de nuestros deseos negados junto a un enriquecedor anhelo de comprensión de nuestra naturaleza psicológica. Es la clase de amor que nos lleva a morir como seres superficiales y a renacer como seres más profundos, vitales, más conocedores de nuestro cuerpo y sexualidad, o sea menos negadores y controladores, en definitiva, el amor que nos posibilita transformarnos en seres psicológicamente más sabios.

“Atracción fatal” es un término utilizado en el cine y la literatura que alude a esta unión entre deseo y transformación. Siendo aún niños ya nos defendemos del amor; cuando deseamos a alguien intensamente tendemos a negarlo como mínimo ante los demás, cuando no ante nosotros mismos. Deseamos lo que tememos y tememos lo que deseamos, pero en el fondo nos tememos a nosotros mismos. ¿Qué tememos? Quizá que el encuentro con el ser deseado despierte en nosotros emociones heridas e inseguridades que negamos de nosotros mismos. Tememos sentirnos dependientes, ser arrastrados por corrientes de celos, de posesividad o de obsesiones y deseos incontrolables. Tememos que se reabran sentimientos de abandono que nos retrotraigan a experiencias traumáticas de la infancia.

Si somos honestos, confiamos en el ser amado y nos entregamos a la experiencia del deseo en lugar de intentar utilizar estrategias de poder a fin de negar nuestra inseguridad, el amor puede ser una experiencia liberadora, terapéutica y sanadora en nuestra vida y en la vida del ser amado. El amor nos puede llevar a un profundo cambio vital que nunca hubiéramos abordado de forma autónoma y en muchos sentidos esto nos puede llevar a renacer como seres más completos y profundos.

¿Qué es la Astrología Psicológica? artículo del astrólogo lluis gisbert

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LA ASTROLOGÍA PSICOLÓGICA

LA ASTROLOGÍA PSICOLÓGICA

La cosmovisión astrológica:

 

En la medida que uno profundiza en la astrología y la comprende ya no como medio de control y predicción al servicio del ego, sino como cosmovisión (un modo de conciencia y de ser en el mundo) se hace evidente que la idea moderna que entiende al ser humano como entidad aislada y escindida de un cosmos mecánico, exterior e inanimado es una ilusión creada en la mente occidental contemporánea, que ignora el hecho de que el ser humano esencialmente es manifestación y emanación del cosmos y por lo tanto comparte su misma esencia vital.

“El ser humano es cosmos actuando”, “somos cosmos en forma humana” o “nosotros somos el modo en el que el cosmos se hace consciente de sí mismo”Richard Tarnas

Esta comprensión nos invita a tomar conciencia de la unión entre Psique y Cosmos lo que equivale a una interpretación moderna del concepto platónico de Anima Mundi intrínseco a la filosofía vital desde la que nace la astrología en la antigua Mesopotamia y que posteriormente forma parte del modo de ser en el mundo de la Grecia Clásica. Desde la visión astrológica la fuerza que mueve al sol y las estrellas es la misma que anima el alma humana.

Una verdadera astrología psicológica nos ofrece nuevos puntos de vista e “insights” desde los cuales interpretar los acontecimientos y giros de nuestra vida y nos alienta a la hora de profundizar significativamente en la investigación de nuestro carácter. Nos abre una nueva perspectiva desde la cual percibir nuestra participación creativa en el cosmos abierto y vivo del cual formamos parte.

 

Astronomía versus astrología:

 

Lo que enseña la astronomía es como la medida externa de un libro gigantesco que ella “mide” con la más escrupulosa exactitud. La astronomía conoce al dedillo las medidas de todos los planetas y sus órbitas, conoce su tiempo de rotación y su período de revolución, conoce la materia de que están formados los soles más remotos. ¿No es esta una ciencia maravillosa? Pero ¿te satisface esta ciencia? ¿Jamás sentiste la necesidad de buscar, más allá de todas estas medidas y números, el sentido de aquellos signos, el sentido por el cual la astronomía vuelve a ser la astrología de la cual se segregó hace mucho tiempo?

Oscar Adler – Fragmento de La Astrología como Ciencia Oculta. 1930. Editorial Kier.

El concepto de ritmo y ciclo es fundamental para comprender la naturaleza del tiempo cualitativo (las cualidades del tiempo) propio de la mirada astrológica diferenciándolo de la concepción lineal del tiempo cuantitativo (tiempo del reloj) propia de la mirada cotidiana.

La astrología nos ofrece la posibilidad de vivir conscientemente el íntimo y creativo vínculo existente entre el ser humano y el cosmos vivo que lo contiene. Difundir una astrología desvinculada de la predicción literal de hechos/acontecimientos en lo que denominamos “realidad exterior” y mostrar que su tesoro se encuentra en la capacidad de iluminar y orientarnos a través de nuestro mundo interior.

 

 

Astrología, “una-manera-de-ser-en-el-mundo”:

La astrología nos invita a mantener una actitud objetiva-racional ante la dimensión psicológica y mística de la realidad, a la vez que nos acerca con sensibilidad imaginativa y mística a la manifestación tangible y física de la misma. Nos confronta con el misticismo inherente en la ciencia y con la ciencia inherente a la mística. Nos invita a objetivizar al sujeto psíquico y a la vez subjetivizar-psicologizar al objeto, dicho de otro modo, volver a percibir el vínculo de unión entre sujeto y objeto, entre conocedor y conocido, y finalmente entre el ser humano y el cosmos.

La astrología nos permite acercarnos racionalmente a las dimensiones irracionales de la existencia, a la vez que nos permite atender la dimensión misteriosa y subjetiva de nuestra naturaleza sin que por ello se vea eclipsada la razón.

Entendida así la astrología nada tiene que ver con la adivinación, ni con ser esclavos de predicciones proyectadas a un futuro escindido del presente y entendido como literalización del concepto de destino. Lo que si nos facilita es a la toma de conciencia de nuestra verdad interior, esa que íntimamente conocemos pero que en la mayor parte del tiempo creemos desconocer debido a que se encuentra velada por nuestros condicionamientos familiares, sociales, culturales y educacionales.

El estudio de la astrología nos muestra de forma transparente que los mismos principios universales que rigen el cosmos gobiernan las pulsaciones de la psique humana, que los mismos arquetipos (modelos intemporales de percibir, sentir y experimentar) y leyes que animan el universo a la vez animan los procesos psíquicos, físicos y espirituales por los que transcurren tanto el devenir humano como el transitar de los ciclos naturales.

Esta manera de entender la astrología está indisolublemente vinculada a la filosofía y mitología de la Grecia Clásica y del neo-platonismo y a una “manera-de-ser-en-el-mundo” intrínseca al Renacimiento italiano y al Romanticismo alemán.

Una astrología conectada a la psicología profunda y arquetipal y a la obra de sus máximos exponentes C.G.JungM-L von FranzJames Hillman, etc.

También con el estudio de la historia de la mitología y las religiones comparadas, entendidas a su vez como antropología de la psique humana en autores como Joseph CampbellMircea EliadeWalter OttoKarl Kerényi, Robert Graves, etc. Con la astrología humanista de Oscar AdlerDane Rudhyar o Alexander Ruperti y la astrología psicológica o arquetipal de Liz Greene, Richard Idemon, Rick TarnasR. HandE.CaruttiHoward SasportasStephen Arroyo, etc.

Lluís Gisbert

Astro-logía Psico-lógica: Astro, Logos & Psique. Lluís Gisbert

La astrología como disciplina simbólica La astrología es una disciplina simbólica, con lo cual es más afín al lenguaje poético y metafórico que al lenguaje científico yconceptual. Está hermanada a otros conocimientos gnósticos como la alquimia, la mitología (sobretodo greco-romana) y la cábala y por lo tanto a las disciplinas que atienden a la “leyes” de la imaginación humana, a los arquetipos universales expresados en las mitologías, las religiones o en la psicología arquetipal contemporánea que actualmente tiene como su más brillante exponente a James Hillman y su inicial precursor fue el Dr. Carl Gustaf Jung. La astrología en toda su dimensión y profundidad nace en la antigua Babilonia. Por lo tanto, la gran premisa desde la cual podemos comprender el espíritu astrológico es desde el concepto, o mejor, desde la experiencia del Ánima Mundi, o sea de un mundo dotado de alma, de un mundo animado; donde las constelaciones, las estrellas y la tierra se experimentan como seres vivos que participan de la misma vida que el ser humano. Que participan no quiere decir que nos influyan, sino que habitan en nuestra interioridad, en nuestra alma, en la misma medida en que habitan en el alma del mundo. Así, descubrir los símbolos y mitos astrológicos (del cosmos) equivale a redescubrir los símbolos y mitologías inherentes a nuestra naturaleza más esencial; donde conocimiento del cosmos y conocimiento de uno mismo van a la par. Es así como en las distintas culturas donde una “mirada” astrológica del mundo ha sido el epicentro su conocimiento colectivo y fuente de su sabiduría, (Babilonia, la Grecia Clásica, la Italia del Renacimiento, la Europa del Romanticismo, la mayoría de culturas primitivas, etc) el cuidado y la atención al “cuerpo” de un ser llamado tierra, ha estado íntimamente ligada al cuidado y bienestar del “cuerpo” de un ser llamado humanidad, tanto a nivel individual como colectivo.

Como decía Marsilio Ficino (médico, filósofo y astrólogo del Renacimiento): “El mundo vive y respira, y nosotros podemos interiorizar su espíritu”.

Lo que le hacemos al cuerpo del mundo también se lo hacemos al nuestro. No somos los dueños de este mundo: participamos de su vida. ¡Qué mejor momento que el actual para profundizar en el sentido y significado de esta frase de M.Ficino!… y porqué no en el de toda su obra. Un universo animado por la ley de la sincronicidad Así podemos entender que la astrología no habla de leyes de causa-efecto de los planetas sobre el ser humano; esto sería tan absurdo como decir que nosotros causamos cosas a los planetas. La astrología nos habla de un universo indiviso donde todo está interrelacionado; nos habla de un universo regido bajo la ley de sincronicidad tal y como la entendió C.G.Jung. De ahí surge la segunda premisa tal y como la explicitó Heráclito: “tal como es arriba es abajo, tal y como es dentro es fuera, tal como es en el macrocosmos es en el microcosmos”. La idea de ciclo es fundamental en astrología ya que esta disciplina contiene el conocimiento de que los ciclos en la tierra y por lo tanto en el devenir de los seres humanos, son en pequeño el reflejo de los ciclos celestes. A modo de ejemplo podemos observar que la alternancia entre día y noche corresponde a la rotación de la tierra sobre si misma, el ciclo de las estaciones corresponde a la rotación de la tierra alrededor del sol, etc. Al igual que hablamos de las cuatro fases del día (alba, medio día, ocaso y media noche), hablamos de las cuatro fases de la vida (infancia, juventud, madurez y vejez), y en el lenguaje popular todos sabemos a que etapa de la vida nos referimos cuando hablamos del ocaso de la vida o de la crisis de la mediana edad (medio día / equinocio otoñal). Pues bien la astrología principalmente es el estudio de los ciclos en el cielo como portadores de sabiduría en el significado de los ciclos en la tierra y en el devenir humano. La astrología como reveladora de la voluntad del alma Realmente es ya todo un milagro lo que llamamos la existencia, pero hay algo igualmente excepcional, y es que habita una entidad en cada ser humano que se da cuenta (es consciente) de esta existencia; en otras palabras, lo asombroso en el ser humano es que se nos posibilita un segundo milagro; la conciencia de ser. De ahí la gran pregunta; ¿Qué sentido tiene que sea consciente de mi existencia? Los minerales, las plantas, los animales se limitan a ser (lo cual ya es mucho) y por lo tanto son fieles a su esencia; si un árbol llega a crecer 10 metros, no ha crecido ni más ni menos que lo que potencialmente estaba en su semilla, dicho de otra manera; no ha “especulado” con su vida. Ante esta evidencia no nos podemos limitar a vivir, el propósito de nuestras vidas es dotarla de significado, ser buscadores del significado de nuestra existencia, de los hechos y acontecimientos de nuestra existencia “personal” con respecto a la existencia “universal”. Solo en el ser humano puede haber una contradicción entre lo que somos y lo que creemos que somos, y en el transcurso de nuestras vidas lo que llamamossíntomas (en el plano físico, psíquico, o en la relación con el entorno), son los encargados de posibilitarnos ver cual es nuestra auténtica esencia (y por lo tanto los límites de esta respecto a la “esencia universal”). Los síntomas o las llamadas crisis nos limitan y restringen y ofrecen resistencia a la voluntad yoica para que esta sea una servidora de nuestra auténtica naturaleza. Si lo expresamos metafóricamente, es como si un manzano influido por los valores culturales, sociales o familiares se estuviera imaginando que sus frutos son peras y no manzanas. Cuando del extremo de sus ramas descubre que sus frutos son manzanas se siente frustrado, furioso, deprimido y sobretodo limitado en su voluntad. Evidentemente de semejante tragedia se encuentra liberado el manzano, pero no el ser humano. Este es el sino del ser humano respecto a los demás seres vivos que comparten la existencia en este ser llamado Tierra, a decir; actualizar el potencial de nuestra singularidad, conectar con nuestro propósito creativo, con nuestro padre celestial (o con nuestra otra mitad celeste) que habla a través del corazón diciéndonos “has nacido para esto!… dignifica tu condición humana orientando tu vida hacia su propósito último, ten el valor de empujar este proceso siendo conciente de él”.

“Es importante que te preguntes ¿cómo soy útil a los demás? ¿qué quiere la gente de mí? Eso podría muy bien revelar para qué estás aquí”. “Cuando tu hijo (o el dinero, la ambición de poder, la búsqueda del Príncipe Azul, etc) deviene la razón de tu vida, has abandonado la razón invisible por la que estás aquí”. J.Hillman

La astrología nos dice que en el firmamento bajo el cual naciste esta inscrita la imagen de la razón invisible por la que estás aquí, tu otra mitad celestial. La astrología nos permite intuir el significado de lo que llamamos crisis o fatalidad, porqué orienta (el sol sale por oriente) los hechos de nuestra vida a un significado o propósito para el alma.

“El alma puede volverse nuevamente una realidad sólo cuando cada uno de nosotros tenga el coraje de tomarla como la primera realidad en nuestras propias vidas, de tomar partido por ella y no tan solo de “creer” en ella”. J.Hillman

Por todo ello ningún cliente de un astrólogo tiene porqué “creerse” lo que le pueda decir un astrólogo. El astrólogo pone en disposición del cliente una narración de imágenes de forma que puedan “re-sonar”, vibrar, con lo que uno en la profundidad de su ser sabe. Hay alguien en cada uno de nosotros que sabe mucho más de nosotros que nuestro ego. La astrología nos ofrece la posibilidad de ir trazando un puente entre nuestra pequeña voluntad y la gran Voluntad.

Al respecto de los sueños C.G.Jung dijo: “En cada uno de nosotros duerme un extraño de rostro desconocido, que habla con nosotros por medio del sueño y nos hace saber cuán diferente es la visión que tiene de nosotros a aquella en la que nos complacemos”.

Diríamos que la astrología nos ofrece una llave para despertar a este sueño interior siempre que estemos dispuestos a “poner en remojo” esa visión de nosotros mismos en la que nos identificamos (la visión del ego). Siglos antes de la aparición del pensamiento de C.G.Jung, Sócrates nos hablaba de su daimon, comentando que este nunca le “decía” lo que tenía que hacer, sino que le advertía de lo que no debía hacer… ¿quizás ser más sensibles a nuestro daimón y por lo tanto invitar a un descanso a nuestra mente racional, nos ahorraría más de una otitis? Este es el sentido de lo que está grabado a la entrada del templo del Sol (de Apolo) en Delfos: “Conócete a ti mismo” . Y más adelante solo visible con quien había cumplido con la primera inscripción, podía leerse “.y conocerás a Dios” Es Evidente que el ego ya cree que se conoce a sí mismo: “soy alto, peso 80 kilos, me conviene esto y no me conviene lo otro, nunca haría esto o lo otro, ante esta situación siempre obraría así”, etc”. Esa inscripción no tiene ningún sentido respecto a conocernos yoicamente. ¿a que se referirá ese “conócete a ti mismo”? Hacia ese interrogante se orienta y orienta la astrología y por lo tanto a el se debe el astrólogo. La misión de la astrología no es predecir hechos, sino apuntar hacia los significados de esos hechos. La astrología nos enfoca hacia despertar una posibilidad que es inherente al ser humano y que no tiene el manzano, esto es, no limitarnos a vivir los hechos de nuestra vida, (lo cual tampoco podemos evitar) sino a vivirlos como portadores de un significado. ¿Acudimos a la astrología en busca de beneficios y “comodidades” personales?, o ¿como modo de atender la realidad del alma? La pregunta es ¿Quién en nosotros habla de beneficios? ¿No será uno que juzga según un sistema de valores, que separa la existencia entre hechos y circunstancias buenas o malas? La astrología no nos habla de un sistema de valores, no nos habla de cartas astrales buenas o malas; cada instante del tiempo tiene su cualidad y su unicidad y por lo tanto ¿quién somos nosotros para valorarlo como “bueno o malo”?. De igual modo, tampoco nos habla de circunstancias que nos benefician y por lo tanto tampoco de otras que nos perjudican. El ego es el que habla de beneficios, pero la astrología, como hemos visto, no le habla al ego. La herramienta del astrólogo es el símbolo y el ego no entiende de símbolos, entiende de lógica, razones, causas y efectos. Entonces ¿Quién en nosotros entiende de símbolos? El alma, ya que es ella la que transforma los hechos de nuestra vida en experiencias. Cada uno de nosotros no nos vivimos como una cosa, como un hecho, como la literalidad de un cuerpo tangible, sino como sujetos que sentimos, que expresamos, que padecemos; como sujetos que experimentamos la existencia anímicamente (ánima-alma). La astrología no pretende beneficios para el ego, de hecho sabemos que momentos en nuestra vida que hemos catalogado como buenos, una vez pasado el tiempo descubrimos que quizás no fueran tan buenos, y a la inversa, momentos en nuestra vida que el ego ha catalogado como perjudiciales (crisis), con el paso del tiempo y sobretodo con la “Gracia de Dios”, se nos han revelado como nutrientes para el alma. La tarea de la astrología es orientar al ego hacia lo que son “beneficios” para el alma. Cada tema natal (popularmente carta astral) es como un mapa contenido en el interior de la semilla de un manzano único e irrepetible. El primer propósito de la astrología es liberar a la persona del estresante esfuerzo de querer dar peras como frutos al mundo, o del igualmente estresante esfuerzo de pensar que no tiene frutos a dar, que no tiene un propósito creativo para el cual vivir. Lo primero y más valioso que nos ofrece la astrología es aprender a aceptarnos a nosotros mismos tal como singular y esencialmente somos (más allá de lo que creemos que se espera que seamos), y aprender a desapegarnos del concepto dictatorial y alienador de “normalidad”. El concepto de “normalidad” no es tan inocente como parece (podríamos preguntarnos; ¿quién dicta la norma?); más bien en la mayoría de los casos está al servicio de intereses de poder ajenos a nuestro ser esencial (tanto familiares, como sobretodo sociales y político-económicos). Aceptar la singularidad de nuestra existencia es condición sinequanum para vivir una vida portadora de significado; lo cual equivale a sentirnos pertenecer a un Cosmos vivo, que en la misma medida que habita en la llamada exterioridad, es a la vez el centro desde donde gravita nuestra interioridad.